La comedia local de vocación popular no la ve tan fácil en las salas chilenas, por más que exitazos como Stefan vs Kramer y Sin filtro quieran demostrar lo contrario.

Entre quienes han recorrido este camino están los hermanos Gonzalo y Sebastián Badilla. Este último protagonizó a los 19 El limpiapiscinas (2011) y dos años después codirigirió con su hermano, además de protagonizarla, la primera de tres películas que sostienen su humor en gags de corto alcance, tributarios de la estética y la moral de la TV abierta (El babysitter, 2013; Mamá, ya crecí, 2014; Maldito amor, 2014).

La escasa convocatoria de esta última marcó un hiato prolongado, que termina ahora con el estreno de No quiero ser tu hermano, dramedia dirigida por Gonzalo y que habla de una maduración de la propuesta. Aunque nunca tanto.

Johnny Andrés Gaete (Nicolás Poblete) es un profesional relativamente exitoso, que le ha pedido matrimonio a la hija de una familia empingorotada de Vitacura, quienes desconocen su primer nombre. Pero en medio asoma su hermana, Constanza (Dayana Amigo), que sin querer amenaza todo lo que él ha construido.

De eso trata la película, de la relación entre ambos, pero también de los chicos ruidosos de la casa del frente (entre ellos Fernando Larraín y Sebastián Badilla), de una amiga de la infancia que ha vuelto de Barcelona y de un jefe algo loquillo (Pablo Schwarz).

A las risas que genuinamente asoman en determinadas escenas —ayudadas por una construcción de personajes más profesional que la vista años atrás—, se agrega un sentido del drama que trata de imponer sus términos y cuyos facilismos acaban opacando la otra dimensión de una película que siempre quiere, pero no siempre puede.

DIRECCIÓN: Gonzalo Badilla
PROTAGONISTAS: Nicolás Poblete, Dayana Amigo, Andrea García-Huidobro.
GÉNERO: Comedia / Drama