Escenarios insolitos para escuchar rock

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Escenarios insolitos para escuchar rock

Desde que la leyenda country Johnny Cash montara, en 1968, un concierto en la prisión estatal de Folsom, California, muchos otros músicos se han entusiasmado con la idea de tocar, aunque sea por una sola vez, en lugares insólitos y extraños. Lo hizo The Beatles un año más tarde, cuando dieron su último show encaramados en la azotea del londinense edificio Apple Corps.

También los estadounidenses The Flaming Lips, que hace una década mostraron su sicodelia pop en el zoológico de Oklahoma City. Y en noviembre pasado, Metallica dio un concierto en una base de la Antártida para unos pocos fans. Los chilenos también saben de disfrutar de tocatas rockeras en escenarios raros. La semana pasada, los títeres de 31 Minutos soprendieron a los santiaguinos con un espectáculo en la azotea de un edificio de la esquina de Ricardo Lyon con Av. Providencia.

Ese guiño a The Beatles fue para promocionar el regreso de su serie en TVN. Y hace un par de años, el cantautor Fernando Milagros montó una tocata acústica en uno de los elegantes salones del ex Congreso Nacional. Cada vez que una banda decide cambiar un escenario habitual por uno insólito, se benefician los músicos y también sus fans.

“De esa forma, llaman la atención tocando en un lugar novedoso. Y el público se sorprende, sobre todo el de ahora, que siempre anda en busca de experiencias nuevas”, asegura Pablo Courard, organizador de Mercado Convite, una feria de estilos urbanos que incluye conciertos en su programación.

TOCATAS ENTRE RUEDAS
Cada viernes al atardecer, los transeúntes que pasan por la esquina de Seminario con Rancagua se detienen a escuchar la música que sale de un local. Lo que suena son las tocatas de Aullidos en el Sucucho, el ciclo de rock en vivo que ese día se toma el taller de bicicletas Sucucho. El primero se hizo en abril y hace tres semanas partió uno nuevo, que durará hasta fin de mes.

Natisú, Collage y Amarga Marga son algunas de las bandas que se han presentado entre ruedas, repuestos y bicicletas a medio armar. Si necesita engrasar la dirección de su bici, vaya  y, mientras espera el arreglo disfrute en las mesas de Hervíboro, el café vegano que funciona en el mismo taller.

Pruebe su hamburgesa de legumbres, con palta, espinaca y mayonesa al ajo ($ 2.650). Pero ese no es el único taller de bicicletas donde se oye pop en vivo. En Ñuñoa, desde hace cinco años funciona Bicirevolución y desde hace tres, organizan conciertos de pequeño formato. Se hacen uno o dos al mes y en su improvisado escenario han estado cantautores como Elvira López y Matías Saavedra. No se pierda el próximo recital, el del jueves 23, donde escuchará a Martín Benavides, el tecladista de Francisca Valenzuela.

¿Es usuario del Metro? Quizás le haya pasado más de una vez que en medio de su viaje, en un abrir y cerrar de puertas, parta el concierto de una banda chilena destacada, como Lucybell. Esos shows son parte de Música de Estación, iniciativa del tren subterráneo para llevar diferentes melodías a ese lugar. La gracia es que las presentaciones comienzan sin aviso, dentro de los vagones o en una estación, como Baquedano.

Los pasajeros han visto tocar, bajo tierra, a Los Bunkers, Nicole, Manuel García, Pascuala Ilabaca, Dënver y Tiro de Gracia. Como son sorpresa, no se sabe cuál y dónde será la próxima, pero tal vez la suerte lo acompañe y la música suene en su estación de siempre. ENCUENTRA LAS DIRECCIONES. 

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