Hillbilly, una elegía rural: el lamento del Estados Unidos más profundo

Hillbilly, una elegía rural: el lamento del Estados Unidos más profundo
Hillbilly, una elegía rural | Netflix

Ron Howard es el realizador de la película original de Netflix que lleva a la pantalla la memorias de J.D. Vance, con un elenco encabezado por Glenn Close y Amy Adams.

La fantasía ha sido parte esencial de la carrera de Ron Howard, con cintas como Cocoon y Willow como parte de sus ejemplos. Pero la realidad ha inspirado sus realizaciones más reconocibles, sumando a Hillbilly, una elegía rural como su reciente aporte al género.

Así, después de mostrar el drama de los astronautas de la nave Apollo 13, en la película homónima, o la rivalidad de James Hunt y Nikki Lauda en Rush, Howard lleva a la pantalla las memorias de J.D. Vance, tituladas Hillbilly elegy, en el drama que hoy llega a Netflix.

En ellas, Vance revive su infancia en una familia de Kentucky que convive con el fantasma de la violencia intrafamiliar y la drogadicción, y los valores que él relaciona con los montes Apalaches y sus habitantes, personas marcadas por la pobreza y la poca educación.

Hillbilly, una elegía rural | Netflix

Los mismos que también han sido bautizados como “hillbillies” y caricaturizados como los montañeses ignorantes y belicosos a los que algunos también denominan la “escoria blanca” de EE.UU. Una estereotipación que Howard también lleva a la pantalla.

Y lo hace por medio de un relato que comienza en 1997, cuando un pequeño J.D. Vance (Owen Asztalos) disfruta del entorno rural donde vive la familia de su abuela en Kentucky. Un lugar que mezcla el verdor de sus árboles con la humildad de quienes lo habitan.

Pero la visita finaliza y el chico junto a su madre Bev (Amy Adams), su hermana Lindsay (Haley Bennett) y sus abuelos Mamaw (Glenn Close) y Papaw (Bo Hopkins), deben retornar a su hogar en Middletown, Ohio, hasta donde estos últimos se mudaron hace mucho.

Pasado y presente de una familia en crisis

Hillbilly, una elegía rural | Netflix

Una introducción a los orígenes de este muchacho que 14 años después, tras pasar por el ejército, estudia Derecho en la Universidad de Yale, mientras tiene como pareja a la comprensiva Usha (Freida Pinto) y se mantiene económicamente gracias a tres trabajos.

Algo que podría mejorar si J.D. (Gabriel Basso) consigue una pasantía en un bufete de abogados, para lo que debe asistir a una cena de presentación. Cita donde sus modales le juegan una mala pasada y que finaliza al recibir una llamada telefónica de su hermana.

En ésta le avisa que Bev ha sufrido una sobredosis por consumir heroína, lo que lo hace regresar a Middletown y a los traumas de su infancia. Desde ese momento su historia se divide entre sus recuerdos de niño y sus preocupaciones familiares y profesionales de hoy.

Una serie de saltos temporales que permiten conocer las tribulaciones de su mamá, una enfermera adicta y con problemas de ira, como también la fortaleza de una abuela que huyó de casa siendo adolescente y se transformó en el pilar de una familia fracturada.

Momentos que el director de Hillbilly, Ron Howard, va intercalando a lo largo de casi dos horas de metraje, haciendo que su relato se vuelva algo confuso y se anhele la mayor explicación de ciertas situaciones claves para el trauma de los Vance.

Pasajes marcados por el melodrama y el desafío para los actores de que sus personajes no caigan en el trazo grueso del estereotipo. Algo que logran una siempre sólida Glenn Close y el pequeño Owen Asztalos, quienes son sin lugar a dudas lo mejor de este lamento rural.

Ver en Netflix

Seguir leyendo