El reino perdido de los piratas: la docuserie de Netflix que revive la mística bucanera

El reino perdido de los piratas: la docuserie de Netflix que revive la mística bucanera
El reino perdido de los piratas | Netflix

Combinando la historia con las opiniones de expertos y la dramatización, la serie documental ofrece una acabada recreación de los legendarios personajes que se tomaron el Caribe en el siglo XVIII.

A casi dos semanas del estreno de La era samurái: la batalla por Japón, llega a Netflix otra serie que mezcla documental y dramatización, para recrear una etapa histórica que llama la atención por la mística en torno a sus protagonistas: El reino perdido de los piratas.

Una combinación que en el primero de los títulos permitió conocer a los señores feudales que iniciaron la unificación del territorio japonés en el siglo XVI, y ahora revive las figuras de los bucaneros que se tomaron el mar Caribe entre fines del siglo XVII e inicios del XVIII.

Cuando ellos convirtieron ese sector del Atlántico en escenario de sus saqueos a galeones españoles, franceses e ingleses que comerciaban entre Europa y América, teniendo a las potencias europeas como sus grandes enemigas y a Nassau como su eje de operaciones.

Un periodo que se gestó a partir de 1715, luego que terminara la guerra entre Inglaterra y España, o Guerra de la Sucesión. La que tuvo como punto de partida la alianza que la última de esas naciones hizo con Francia para crear una superpotencia y que duró 12 años. Y que George Choundas, autor y experto en piratas, denomina “la Guerra Mundial 0”.

Ese enfrentamiento amenazó a otras naciones europeas y también se propagó al Caribe, la puerta de entrada al Nuevo Mundo, la fuente de riqueza de España. Desde donde la corona española, como explica el historiador Ed Fox, traía oro y especialmente plata.

De corsarios a piratas

El reino perdido de los piratas | Netflix

Pero Inglaterra también tenía presencia en este sector -en Jamaica, Barbados, Bermudas y Bahamas-, la que mantuvo a salvo desplegando su fuerza pirata bajo un título más elegante: corsarios, que pelearon contra los españoles con el permiso de la corona y “la carta de marca”.

Sin embargo, al terminar el conflicto estos últimos quedaron desempleados, bajando de un número de 50.000, en 1712, a solo 14.000 unos años después. Esto provocó que su comunidad decidiera enfocarse de manera ilícita en lo que mejor sabía hacer: navegar, pelear y robar.

La que tuvo entre sus “pioneros” a Benjamin Hornigold y su gran enemigo, Henry Jennings, cuya familia tenía plantaciones en Bahamas y Jamaica. Nombres a los cuales se sumarían los de “Black Sam” Bellamy, Anne Bonny y Edward Thatch, mejor conocido como Barbanegra.

Todos los que en un momento coincidieron en el puerto de Nassau, donde Hornigold había establecido su residencia y que había declarado como república democrática pirata, bajo reglas que se basaban en la igualdad de los hombres que “trabajaban” como bucaneros.

Lugar donde el adversario de Hornigold, Jennings, buscó refugio cuando la corona inglesa puso precio a su cabeza, dando inicio a una volátil alianza. En el mismo periodo que los piratas, en su mayoría británicos, decidieron atacar a los buques de su propia tierra.

Una épica aventura en seis episodios

El reino perdido de los piratas | Netflix

Una acción comandada por “Black Sam” Bellamy, el marino convertido en pirata -tras prometer a su amada Mary Hallet que se haría millonario- que junto a Paulsgrave Williams practicaba su maestría en la navegación mientras asaltaba a los mercantes sin dañar a su tripulación.

El mismo trato que utilizaba otra figura clave: el educado Edward Thatch, alias Barbanegra, quien tras convertirse en capitán de su propio barco, luego de ser durante años la mano derecha de Hornigold, atacó el tráfico de esclavos que fomentaba la corona inglesa.

Pero en el camino de asaltos y riquezas de los piratas aparecieron dos nombres que empezarían a obstaculizar sus andanzas: la Marina Real británica y Woode Rogers. Un duro ex corsario que planeaba expulsar a los piratas de Bahamas.

Una serie de piezas que a lo largo de los seis episodios de El reino perdido de los piratas se van combinando para recrear una épica aventura que revela el verdadero carácter de los filibusteros, quienes asaltaban, pero mantenían un código de igualdad y respeto a los otros.

Conformando un espacio de muy buena factura y rigurosidad histórica, donde son claves la narración del actor Derek Jacobi, la entrega de datos a cargo de historiadores y el elenco que da vida a sus extensas dramatizaciones, que no tienen mucho que envidiar a un espacio de ficción.

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