Después del estreno de La maldición de Hill House, en 2018, los estándares del terror en la pantalla chica quedaron muy altos, dejando a su creador, Mike Flanagan, con el desafío de equiparar o superar el primer ciclo de la serie en su siguiente etapa: La maldición de Bly Manor.

Esta última es la segunda temporada del espacio de antología de Netflix, donde nuevamente el horror es el eje del relato. Y si para Hill House Flanagan se inspiró en el libro homónimo de Shirley Jackson, ahora su base es la novela Otra vuelta de tuerca, de Henry James.

Y como también lo hizo con la producción anterior, para La maldición de Bly Manor toma la esencia del trabajo literario de James y le otorga vuelo propio, ampliando la trama y el número de personajes, dando vida a una renovada y paranormal narración.

El escenario de esta última es una gran propiedad ubicada en la campiña inglesa, propiedad de la familia Wingrave. Pero su desarrollo comienza en otro tiempo y lugar: en el ensayo de una boda en la California de 2007, donde una mujer comparte una historia con los invitados.

En ésta se conocen las estremecedoras vivencias de Dani Clayton (Victoria Pedretti), una estadounidense que busca trabajo en Inglaterra. La misma que, tras una fallida entrevista, logra convencer a Henry Wingrave (Henry Thomas) de ser la indicada para cuidar a sus sobrinos.

Una niñera en Inglaterra

Así, la joven Dani llega a la casona donde ejercerá como niñera, o la au pair -como también se le llama-, de Flora y Miles Wingrave (Amelie Bea Smith y Benjamin Evan Ainsworth), quienes perdieron hace un par de años a sus padres en un accidente en India.

Una tragedia a la que luego se sumaría la muerte de su anterior niñera, Rebecca Jessel (Tahirah Sharif), quien decidió quitarse la vida tras sufrir un desencanto luego de enamorarse de Peter Quint (Oliver Jackson Cohen), el ex asistente del tío de los niños.

Sin embargo, la primera impresión para la joven de su nuevo lugar de trabajo es más que positiva. La mansión y sus alrededores son hermosos, Flora y Miles son muy educados y cariñosos, y los otros empleados del lugar las reciben de muy buena manera

Estos últimos son la encargada de la casa, Hannah Grose (T’Nia Miller); el cocinero Owen (Rahul Kohli) y la jardinera Jamie (Amelia Eve), quienes paulatinamente la ponen al día sobre lo ocurrido con Rebecca y los padres de los pequeños.

Pero la cotidianidad de Dani poco a poco se va viendo sacudida por inusuales situaciones, como la aparición de la figura de un hombre en uno de los balcones de la mansión y que tanto Flora como su hermano tengan repentinos cambios de humor.

Espectros y romance

De esta manera, también de forma paulatina -como sucedió en la anterior etapa de la serie-, La maldición de Bly Manor va involucrando al espectador en una historia donde el terror se va asomando lentamente por los rincones de la propiedad de los Wingrave.

Y lo hace en la forma de fantasmales figuras que han sido parte de su ancestral biografía, como de otras que se han sumado a ella recientemente. Espectros que invaden las existencias de los vivos, muchas veces sin que estos se den cuenta.

Pero no solo el terror gótico, generalmente situado en ambientes sombríos y plagados de fantasmas, nutre los nueve capítulos del espacio de Netflix. También tiene un importante papel el romance, con diferentes relaciones que surgen y se desmoronan a través del relato.

Todo esto hace de esta nueva entrega con la firma de Mike Flanagan una más que digna sucesora de las vivencias de la familia Crain; donde también son claves la ambientación y el uso de extensos flashbacks para conocer el pasado de sus personajes y conflictos.

Y en especial la actuación de su elenco, donde destacan Victoria Pedretti como Dani -que ya había llamado la atención como Nell en Hill House-, T’Nia Miller como la cálida Hannah y Amelie Bea Smith y Benjamin Evan Ainsworth, como los inestables y a la vez encantadores Flora y Miles.

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