Soy Parte de la Banda: Más Charlie XCX, menos Nasty Cherry
En Soy Parte de la Banda: Nasty Cherry, nuevo reality de Netflix, Charlie XCX plasma su idea de armar una banda de mujeres desde cero. Un programa en que se echan de menos más escenas con la cantante inglesa, más divertida que sus "amadrinadas".
Charlie XCX es una estrella del pop. Talentosa, carismática, divertida, desenfadada y, cuando toca, glamorosa. En Soy Parte de la Banda: Nasty Cherry (I’m With The Band, en ingles), el nuevo reality show de Netflix, la inglesa “inventa” la banda que siempre soñó en su adolescencia, reclutando a cuatro chicas de diferentes procedencias, inexpertas e inseguras.
En seis capítulos de unos 30 minutos cada uno vamos viendo los progresos y retrocesos de estas chicas —la cantante Gabby Bechtel, la baterista Debbie Knox-Hewson, la guitarrista Chloe Chaidez y la bajista Georgia Somary—, algunas con talento musical, otras de dudosa capacidad.
También vemos cómo es su convivencia, todas reunidas en una casa de Los Ángeles, EE.UU., con tal de conformar no sólo una banda, sino una especie de familia. Los conflictos surgen, no podía ser de otra forma, menos en un reality.
Gracias a una fuerte promoción, entrevistas en radio, fiestas de lanzamiento y promoción de Spotify, Nasty Cherry va asomando en esa vitrina que es la industria de la música, en que a veces lo que más vale es tener las conexiones correctas, mientras muchos músicos talentosos siguen sudando la gota gorda en bares y clubes de poca monta.
Mucho ruido
En esa casa hay peleas, tensiones, fiestas, desorden, espumante y carcajadas. Mucho ruido, todo lo que se espera en un programa de este tipo, pero pocas nueces, porque un producto así de inventado no tiene demasiadas luces, aunque en la música actual nunca se sabe.
Lo cierto, en todo caso, es que cada vez que Charlie XCX (a quien veremos en la próxima edición de Lollapalooza Chile) aparece en pantalla, sea con sus comentarios, jugarretas o con algo de su música, ilumina la pantalla y entretiene más que las chicas que “amadrina”.
En un formato archi repetido, la cantante y compositora inglesa tiene la audacia (y el dinero, por qué no decirlo) para embarcarse en esta apuesta musical y programática de Netflix.
Una producción que seguro resultará del gusto de un público adolescente, con paciencia para soportar el estruendo de cuatro chicas (ojo, que también podrían ser chicos) encerradas en una casa, sea lo que sea para lo que están ahí, en este caso para hacer música y cumplir el sueño propio y el de Charlie XCX.
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