The Politician: Así es la comedia políticamente incorrecta con que Ryan Murphy llega a Netflix
Mezcla entre comedia negra y melodrama es The Politician, la serie con que Ryan Murphy (Glee, Pose, American Horror Story) debuta en Netflix. Con Ben Platt, Jessica Lange y Gwyneth Paltrow.
Ryan Murphy se perfila como un genio de las series. Uno de los autores de maravillas como Nip/Tuck, Pose y American Horror Story, esta vez construye —junto a los mismos con quienes creó Glee, Brad Falchuk e Ian Brennan—, The Politician, singular sátira que se ríe de todo y de todos, y que debutó en Netflix.
Se trata del estreno de Murphy en la plataforma de streaming, después de firmar un millonario contrato (que se calcula en US$ 300 millones) que lo liga a ésta por cinco años.
Es una comedia negra-negra y bien melodramática sobre un estudiante, hijo adoptivo de un excéntrico multimillonario, que desde los siete años tiene claro que quiere ser presidente de EE.UU., aunque no queda muy claro por qué esa es su meta.
Para cumplir su objetivo, Payton (Ben Platt) leerá y estudiará todo lo necesario y competirá en toda elección que se le presente, partiendo por la de la secundaria de Saint Sebastian a la que asiste.
Sus dos amigos/asistentes James (Theo Germaine) y McAfee (Laura Dreyfuss), más su novia Alice (Julia Schlaepfer), serán quienes lo acompañen en este camino lleno de dificultades y descubrimientos personales, ideando, además, las más osadas estrategias políticas, dignas del más avezado y “macuco” político en la era Trump.
Una serie que impresiona desde la secuencia de créditos iniciales, perfecta, meticulosa, con la música de Sufjan Stevens y que nos muestra a este Payton, un personaje desagradable que por alguna razón terminas adorando, sobre todo gracias al carisma de quien lo interpreta, Platt, un actor que, además, canta como los dioses.
Nadie se salva
La producción se ríe de todo y de todos, como si la corrección política no existiera. Se ríe de la sinvergüenzura generalizada, de la ambición sin límites, de los nerds, de los gays, de los ricos y sus modas y tendencias, y de su control y contención a prueba de balas. También, de los pobres y de sus malos modos.
Y lleva todo al extremo, casi como un melodrama telenovelesco. Abundan los tonos pasteles y los personajes son exagerados y arquetípicos, mientras que el ritmo acelerado de las imágenes y los diálogos te hace estar atento en todo momento, con una trama que algunos han tratado de superficial.
Puede que lo sea, pero a propósito y ese es el punto de vista de Murphy. Él prefirió hacer una sátira liviana sobre la política, llena de ironía, apariencias, y personajes y escenarios “maqueteados”, en vez de tomarse muy en serio un tema tan cuestionado y repelente para muchos.
En esa tecla llena de desmesura, las actuaciones son un puntal, especialmente la de Jessica Lange como una abuela que enfrenta el cáncer bien particular (no diremos más) de su nieta. Se comenta que en primera instancia le habrían ofrecido ese rol a Barbra Streisand, pero la Lange lo hace tan bien, que ese dato pasa a ser irrelevante.
Gwyneth Paltrow, en tanto, vuelve con acierto a la televisión para trabajar con su esposo Brad Falchuk, interpretando a la perfecta, impertérrita, pero a ratos dulce y querendona mamá de Payton.
Se trata, en síntesis, de la improbable mezcla entre House of Cards, Glee y La Casa de las Flores con que Ryan Murphy, con la misma ambición de Payton, trata de alcanzar la cúspide de la creatividad televisiva.
Una divertida, interesante, por momentos adorable y, para bien o para mal, excesiva apuesta que ya aseguró una segunda temporada. Como buena apuesta, eso sí, es arriesgada: algunos lo odiarán; otros, amarán este inusual pastiche que se ve rápido, con capítulos concisos y que fluyen a buen ritmo.
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