Un juego de caballeros: la miniserie de Netflix que cuenta los orígenes del fútbol
Julian Fellowes, creador de Downton Abbey, está detrás de un Juego de caballeros, miniserie que muestra los inicios del fútbol profesional.
Al ser hijo de un diplomático, Julian Fellowes creció cerca de las familias más acomodadas de Gran Bretaña. Un conocimiento que luego usó para dar vida a su serie más conocida, Downton Abbey, y ahora reitera en parte en Un juego de caballeros.
Esta miniserie es la más reciente apuesta de Fellowes, quien lleva a Netflix la historia de los orígenes del fútbol moderno, trasladando a los espectadores a la Inglaterra de fines del siglo XIX y a una narración que tiene como eje a dos personajes protagónicos.
Ellos son Arthur Kinnaird (Edward Holcroft), el hijo de un barón y banquero, que se educó en el prestigioso Eton College -un tipo de personaje especial para la obra de Fellowes-, y aFergus Suter (Kevin Guthrie), un albañil que jugaba fútbol en su natal Escocia.
Los primeros futbolistas
El relato de Un juego de caballeros, compuesto de seis episodios, se inicia centrado precisamente en Suter, cuando viaja desde su natal Glasgow al condado inglés de Lancashire, en compañía de su mejor amigo Jimmy Love (James Harkness).
Su destino es el poblado de Darwen, específicamente la fábrica de tela de algodón de James Walsh (Craig Parkinson), quien además es la cabeza del equipo de fútbol de la localidad y que componen trabajadores de su empresa.
Desde ese pequeño poblado obrero, la miniserie viaja hasta Londres, donde Kinnaird capitanea a The Old Etonians, equipo conformado por sus compañeros de colegio, todos parte de la aristocracia y que incluye a los dirigentes de la primera Asociación de Fútbol.
Esta última, conocida en inglés como FA (The Football Association), es la encargada de poner las reglas a ese deporte -en aquellos años más parecido al rugby, por la ferocidad del juego-, entre las que incluía que sus participantes no debían recibir pago alguno.
Sin embargo, varios kilómetros al norte de Londres, Suter y Love llegaban al Darwen FC por un sueldo, convirtiéndose en los primeros futbolistas profesionales de la historia. Aunque esta remuneración se les realizaba a escondidas de los otros integrantes del equipo.
Drama y deporte
Con estos ingredientes, Fellowes va dibujando las raíces modernas de un deporte que hasta fines del siglo XIX era jugado por los miembros más encumbrados de la sociedad inglesa. Sin embargo, desde Glasgow, Suter llegó con nuevas tácticas para su práctica.
Pero si bien es el fútbol el eje del relato, este también permite conocer las divisiones sociales de la época y las historias personales de sus protagónicos. Como en el caso de Kinnaird, que debe probar a su estricto padre que es más que un jugador de fútbol.
Además, él enfrenta una oscura etapa en su matrimonio con Alma (Charlotte Hope), cuando pierden al hijo que esperaban. Y más tarde es testigo de cómo los habitantes de Darwen son afectados por la crisis de la industria local del hilado de algodón.
Entre estos últimos se cuentan los compañeros de equipo de Suter, como también su objeto amoroso, Martha (Niamh Walsh). Pero el jugador escocés también sufre por otro conflicto familiar: el que su madre y hermanas sean maltratadas de su alcohólico padre.
Así, con una mezcla de deporte, historia y drama, Un juego de caballeros ofrece al espectador una envolvente narración, donde además son vitales las actuaciones de su elenco -en especial las de Holcroft y Guthrie- y su acabada puesta en escena de época.
Un último punto en que Fellowes es un especialista. Tal como se vio en Downton Abbey y que ahora muestra en la miniserie de Netflix y en Belgravia, su nueva apuesta ambientada en el Londres de inicios del siglo XIX, que por estos días se exhibe en Reino Unido.
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