Sobran razones para escaparse este fin de semana a recorrer esta comuna del sur de Santiago. Su increíble circuito de street art, las picadas donde se come rico y barato y el único parque de Chile dedicado al cómic son sólo algunas de las excusas para visitarla.

Por Equipo Finde.

En las calles de San Miguel conviven la tradición y la modernidad. Fundada en 1896 en los terrenos y viñas que las aristocráticas familias de Ramón Subercaseux y Leonidas Vial tenían en la zona sur de Santiago, luego en las primeras décadas del siglo XX, vio el surgimiento de barrios con casas de grandes patios, que albergaban a familias que conformaban una pujante clase media. Algunas de esas bellas construcciones aún se pueden ver en las esquinas del conocido barrio El Llano, al lado de modernas torres de departamentos.

“Desde fines de los 90 que la comuna vive un boom inmobiliario. Partió en El Llano, pero luego se extendió a otros sectores, como Gran Avenida. Para muchos santiaguinos es un imán, porque está a 15 minutos en Metro desde el centro y tiene buenos parques y plazas, amplias avenidas y calles muy bien urbanizadas y con mucho árbol”, dice Rodrigo Aravena, socio de la consultora inmobiliaria AGS.

Eso explica que a los restaurantes y picadas tradicionales se sumaran en los últimos años cafés, entretenidos locales de comida para llevar y bares con onda que se llenan por las noches. Este o cualquier fin de semana, vale la pena ir a perderse por las calles de San Miguel. Ya sea para recorrer el único parque de Chile dedicado al cómic, probar la mejor marraqueta de Santiago, ver su increíble museo a cielo abierto o disfrutar de buen jazz en vivo en una antigua cava de vinos. Finde preparó una guía para pasear en la mañana, la tarde y la noche por San Miguel.

Paseos matutinos
Los vecinos del barrio El Llano son privilegiados en áreas verdes. Entre las estaciones El Llano y San Miguel, por ejemplo, hay casi una decena de encantadoras plazas y parques, que sus habitantes aprovechan para hacer deportes (en casi todas hay máquinas de ejercicios), pasear a sus perros o simplemente pasar la tarde.

Ahí, precisamente, puede partir un día de paseo por la comuna. Si va en auto, puede estacionar sin problemas en casi todas las calles. Y si llega en Metro, baje en la Estación San Miguel y se encontrará con el Parque del Cómic, el único de su tipo en Chile. No es casualidad ni capricho que se haya levantado en esta comuna. Aquí creció Pedro Subercaseaux “Lestig”, quien en 1906 creó el primer personaje de una historieta nacional: Federico von Pilsener, un gracioso comisionado alemán que llegaba a Chile para estudiar las costumbres locales. Lestig vivía en lo que hoy es la Casa de la Cultura de San Miguel (Llano Subercaseaux 3519), y si usted entra verá en su patio derecho la estatua de cuatro metros de Von Pilsener, con sus lentes redondos y apoyado en un paraguas negro.

Este es el inicio de un recorrido que se completa con otras cuatro esculturas del mismo tamaño. En la esquina de Gran Avenida con Florencia verá a Mampato, aquel niño que viajaba por el tiempo con su “cinto espacio-temporal”; y también a su compañero de aventuras, el prehistórico Ogú, que está unos metros más hacia el norte. Si sigue en esa dirección por el parque, y mira hacia el piso, apreciará el inicio del “Paseo de la fama del cómic”, una serie de 97 viñetas realizadas en cerámicas con personajes como Pirulete -el gran goleador de Barrabases– y el recordado Verdejo de la revista Topaze.

Cruzando la calle María Auxiliadora, está la estatua más popular y fotografiada de todas: Condorito, que está apoyado en un buzón y con el fiel Washington a sus pies. Retornando hacia la Casa de la Cultura, está Pepe Antártico, el picaresco personaje creado por Percy, que se ubica justo al lado del local de comida rápida Plop!, que en sus paredes y menús homenajea a Condorito y sus amigos.

Si quiere hacer un alto al aire libre, en el barrio hay varias plazas muy acogedoras. La Gabriela Mistral, en la intersección de las calles Rey Alberto y Teresa Vial, es la favorita de los dog lovers, que se reúnen ahí a pasear y conversar sobre sus mascotas. En la Plaza Nicomedes Guzmán, un espacio que se ubica en las calles Soto Aguilar con Gaspar Banda, los jóvenes se juntan a practicar malabares con telas colgadas de los árboles y se equilibran sobre cintas que se enganchan entre dos troncos. Es todo un espectáculo verlos. La Plaza El Llano, en medio de una rotonda entre José Joaquín Vallejo y Ricardo Morales, es perfecta para la vida familiar, por los juegos que la rodean y el poco tráfico de sus calles.

Si decide visitar San Miguel un domingo, no deje de ir a la Plaza Cívica, en el Parque El Llano. Entre las 11 AM y las 2 PM, ahí se hacen los Domingos del Arte, una serie de actividades al aire libre y gratuitas a las que puede ir toda la familia. Hay desde música en vivo hasta un ajedrez gigante que se monta sobre el suelo y donde puede jugar cualquiera.

Sabrosa y larga tarde
Si el recorrido matutino le da hambre, San Miguel tiene mucho por ofrecer. Sopaipillas, pan amasado y chancho en piedra será el recibimiento que encontrará en Del Beto. Un restaurante con tradición, donde mandan el sabor casero y las recetas de antaño. Entre sus novedades están el caldillo de congrio ($ 6.990), una buena porción de pescado con su caldo, con papas, tomate, cebolla y pimentón, y el lomo al ajo campesino ($ 7.770). Pruebe las prietas si prefiere algo más tradicional, que aquí no llevan nueces ($ 4.980), o el pernil con pebre y papas cocidas ($ 4.980).

Si no, puede ir aVittorio y probar la mano del italiano Vittorio di Dato. ¿Qué hace un napolitano en San Miguel?, se preguntará. La respuesta es sabrosa: unas ricas empanadas, que nade tienen que envidiar a las preparadas por manos chilenas. Tiene un local pequeño con barra, donde degustar sus empanadas de masa crocante y delgada, rellena de un pino sabroso, hecho con carne picada, cebolla bien cocida y un poco de orégano ($ 1.100).

También hay de pollo, con quesos, alcachofas y cebollín ($ 1.100), las favoritas de Vittorio, y pizzas para llevar. Y es un pecado irse sin probar su alfajor chileno ($ 850), crocante como una galleta, lleno de manjar y bañado en una capa de chocolate.

¿Dónde quemar todas las calorías del almuerzo sanmiguelino? Recorriendo el Museo a Cielo Abierto, donde se ubica lo mejor del street art santiaguino. Lo verá en los muros de unos bloques de departamentos que miran hacia Av. Departamental y Tristán Matta, y entre la Autopista Central y la calle Gauss. Un proyecto que nació el 2009 gracias a la iniciativa del Centro Cultural Mixart, formado por vecinos de esta población, también llamada San Miguel. Pionera en el país, ya ha adornado 43 muros de 85 m2, con trabajos de connotados artistas callejeros, como Mono González, Inti Castro y Agotok.

Un imperdible es el primero, el que homenajea a un ícono de la comuna, el grupo Los Prisioneros: en Av. Departamental con Pasaje 2 están retratados González, Tapia y Narea, en medio de una feria con los mismos blocks de fondo. ¿Otro destacado? Resignación, en Tristán Matta con Pasaje 4, pintado por Inti, donde un “ekeko” con adornos autóctonos, plasma la diferencia entre el día y la noche.

También hay obras pintadas por extranjeros, como el del francés Seth (en Av. Departamental con Pasaje 6, un mural hecho junto a Mono González) y otro del destacado artista belga Roa, quien plasmó un alborotado caballo en un muro de Tristán Matta con el Pasaje 8. Este museo lo puede recorrer con algún guía del centro cultural, si los contacta antes. Como retribución, se pide la compra de calendarios que diseñan ellos mismos.

Por la misma Av. Departamental, hacia el oriente, funciona Muevle (así, tal cual), un taller y tienda de muebles de autor. Ahí fabrican mesas de centro, comedores, estantes y racks, sencillos y de líneas rectas, del mismo estilo que los que puede encontrar en barrio Italia, pero que aquí se ofrecen mucho más baratos, a precios que no superan los $ 90.000. Y algunos días del mes realizan los taller room, donde abren su espacio para que la gente lo recorra y conozca su trabajo, acompañado de música, comida y más de alguna buena oferta. El próximo lo anunciarán a través del Facebook de Muevle.

De vuelta en El Llano, a la hora de once es obligada una vista a la panadería y pastelería San Ramón, con más de medio siglo de historia. De sus hornos, que no paran todo el día, sale la marraqueta más crujiente de la comuna, de esas que al partirlas hacen crunch ($ 1.340 el kg). También preparan berlines con crema pastelera y manjar ($ 260), picarones ($ 420) y sopaipillas ($ 50).

¿Algo rico para llevarse a casa? Vaya a Las Mellizas, dos hermanas que en verano ofrecen en su patio bajo un parrón, unas humitas que son un hit entre los vecinos. En esta época del año no tienen humitas, pero sí pastel de choclo, con o sin pollo ($ 1.800), sopaipillas hechas con el zapallo que crece en el jardín ($ 200) y unas maravillosas papas rellenas que pueden ser de pino o de queso ($ 900). Todo para llevar. Antes de pasar por ahí, debe llamar a las mellizas.

De noche
Desde talleres de tango y cueca brava, hasta espectáculos de música y artes visuales encontrará en Laverno Arte, un bohemio multiespacio cultural, donde confluyen distintas disciplinas en una casona patrimonial refaccionada. Tiene también un bar bistró, una cafetería y una gelatería. Así, puede disfrutar ahí de una obra de teatro mientras toma un cóctel o come una pizza artesanal. Si va esta noche, a las 10 PM, verá la obra El Cuervo, una adaptación del poema narrativo de Edgar Allan Poe.

Otro espacio donde casi todos los días se montan espectáculos es la Casa de la Cultura, frente al Parque El Llano. Es un lugar que no lo dejará indiferente: se emplaza en la antigua cava de vinos de Fray Pedro Subercaseaux. Todavía conserva sus características coloniales, como los zaguanes y patios interiores. Una buena excusa para conocerla es el Festival de Jazz de San Miguel, que partió ayer y que en esta octava versión convoca a los mejores jazzistas chilenos. Hoy, desde las 7.30 PM, tocarán, entre otros, el cuarteto de Daniel Lencina y Jorge Díaz Trío. Mañana, vaya a ver a Cristián Cuturrufo All Stars y Bernie Weis, el blusero gitano que todos los fines de semana se roba la atención tocando en el Persa Biobío.

¿Dónde terminar un paseo por San Miguel? En el Okita, el bar y restaurante de moda en la comuna. Enclavado en otra casona típica de la zona, con terraza y lejos del ruido, aquí lo que mandan son los sabores nikkei, la mezcla de lo peruano y lo japonés. Hay todo tipo de sushis, calientes y fríos, tradicionales y de estilo nikkei. Pero si va un martes, entre 7 PM y 10 PM, se encontrará con un sushi buffet, donde puede comer todo lo que quiera, entre 18 variedades, pagando $ 8.990. Le irán trayendo de cinco rolls, y puede pedir más a medida que los vaya terminando. Ojo, que son bien contundentes. Probará, por ejemplo, el doble bife, un roll frito y envuelto en láminas de filete, bañado en salsa de anticucho y panko.

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