Mi panorama: tomarse la calle en bici un domingo en la mañana

Mi panorama: tomarse la calle en bici un domingo en la mañana
Foto: CicloRecreoVia.

Si vivimos como tontos el resto de la semana, metidos en tacos y siempre atrasados, no es malo terminarla con la alegre ingenuidad de sentirse dueño de la calle y rey por una mañana.

¿De dónde vendrá ese jocoso placer de ocupar un espacio que no te estaba permitido usar? Lo que siente el niño al que, por una noche, lo dejan dormir en la inmensa cama de sus padres. O el alumno que usa el baño de los profes. O ese adulto, envalentonado por un par de tragos, que se sube a una mesa y canta a gritos su canción favorita. Es el éxtasis de ver el mundo desde un lugar no correspondido. 

Es la principal razón, creo yo, del sostenido éxito de la Ciclorecreovía, la actividad que cada domingo, desde 2006, cierra algunas avenidas de Santiago —y ahora también de Viña del Mar— al tránsito motorizado para abrirlas al uso pedestre. Por una mañana a la semana, ciclistas, patinadores, trotadores y corredores se apoderan de las calles, ese territorio expropiado por los autos, y experimentan una fugaz utopía, la simulación de una realidad lenta y feliz.

Foto: CicloRecreoVía

Por qué vale la pena ir a la Ciclorecreovía

Levantarse temprano un domingo nunca es fácil. Menos en marzo, cuando la tentación de esconderse de la vida bajo las sábanas se vuelve irresistible. Pero la Ciclorecreovía, que por estos días funciona en avenidas de Santiago Centro, Ñuñoa, Providencia y Las Condes, recompensa de inmediato el sacrificio. En especial si uno va en bicicleta: bajar pedaleando por la Costanera o Irarrázaval, rutas normalmente hostiles para los ciclistas, pero ahora vacías de camionetas y sus despóticos conductores, produce un goce liberador. 

Disfrute que se multiplica en las y los niños, víctimas hoy de la sobreprotección y las pantallas. Arrestados por el alarmismo y despojados de la calle como espacio de juego, enloquecen en el mejor de los sentidos ante la posibilidad de apropiarse de la ancha calzada.

Como suele pasar, es la misma gente la que a veces entorpece la experiencia, más preocupada de obtener una muestra gratis de alguno de los patrocinadores que de moverse y circular. Aunque quizá no es más que un síntoma de su éxito, que debería ampliarse a más comunas de la ciudad y el país.    

Si vivimos como tontos el resto de la semana, metidos en tacos y siempre atrasados, no es malo terminarla con la alegre ingenuidad de sentirse dueño de la calle y rey por una mañana.

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