Está casi al llegar a Plaza Italia, justo al frente de la residencia del Embajador de Argentina y funciona de lunes a lunes desde hace más de tres décadas.
Es una fuente de soda clásica. De esas que parten atendiendo a la gente que desayuna un barros luco o una paila de huevos con un té o un café con leche, para luego a la hora de almuerzo recibir a una mezcla de oficinistas y estudiantes universitarios del sector más gente que siempre circula por esta zona y que nunca es poca.
“La Terraza es una fuente de sodas como tantas otras en Santiago. Sin embargo, debe ser la más exitosa del barrio y una muy reconocida en la capital”.
Obviamente ofrecen la gama completa de nuestra sanguchería tradicional más algunos platos que ya se han hecho famosos por su contundencia y calidad: cazuelas, escalopas, bifes a lo pobre, pollo asado, chuletas y humitas en temporada.
Terminado el almuerzo, y como buena fuente de soda, La Terraza comienza una lenta metamorfosis que la instala como un espacio múltiple para recibir a gente que come algo al paso y los que derechamente se instalan a tomar algo, como en un bar.
Y en esta dinámica cada jornada se puede extender hasta bien entrada la madrugada del día siguiente. Con harto ruido ambiente —al que los buses del Transantiago aportan bastante—, schops y piscolas cabezonas; además de muchos completos y generosas porciones de papas fritas para compartir hacia la madrugada.
Todo en relativa calma y paz, a pesar del movimiento y de estar tan cerca de Plaza Italia.
La fauna
Los habitantes de La Terraza son variopintos. Ya describíamos los que acuden a ésta a almorzar, pero la verdad es que en la medida que avanza la tarde y —sobre todo— cae la noche, la variedad se apodera del local y por sobre todo de las mesas de la terraza, que es donde se puede fumar (aún) y donde, como en muchos otros boliches de la ciudad, se da siempre el ambiente más animado.
Y aquí la mezcla es diversa. Porque a los oficinistas y estudiantes del sector se suman ahora otros venidos de distintos puntos de la ciudad y que —vaya a saber uno si viven por acá o sólo hacen una conexión de transporte— siempre pasan a refrescar sus gargantas.
También siempre se puede apreciar una buena cantidad de turistas —hay varios hoteles en el sector— deleitándose con algún trozo de carne o tratando de entrarle con las manos —y poco éxito— a un monumental churrasco italiano.
Completan esta fauna periodistas, contadores, comerciantes, actores, dirigentes sindicales y hasta profesionales de la salud que de tanto en tanto se apersonan en este lugar.
Algunos con más frecuencia que otros obviamente, pero lo cierto es que es raro que alguien recién venga a conocer La Terraza a estas alturas del partido. Aunque claro, siempre hay excepciones.
Los millennials
De un tiempo a esta parte se ha podido ver en las mesas de este lugar a ciertos clientes que andan bajo los cuarenta e incluso bajo los treinta. Muchos de estos viven hace poco en la zona y han comenzado a hacer de La Terraza un lugar de reunión habitual.
Por lo mismo, no han faltado los jóvenes que se han atrevido a decir que este boliche está viviendo un segundo aire gracias a ellos o que con sus continuas visitas al local y el correr la voz entre amigos lo han “puesto en onda”. Y no me lo ha contado nadie, porque lo he escuchado más de una vez in situ de boca de algunos muy jóvenes clientes.
Valdría la pena contarle a esta gente —y a todo el que desee informarse— que este boliche viene funcionando con relativo éxito hace mucho.
Soportó incluso los años del toque de queda de la dictadura y ha sobrevivido a la mala fama que de tanto en tanto sufre el sector de Plaza Italia por los problemas de seguridad que van y vienen.
Pero de descubrimientos nada, porque La Terraza siempre ha sido frecuentada por una buena mezcla de gente.
Tratando de mirar hacia atrás recuerdo a Pedro Lemebel almorzando humitas con tomate ahí hace unos quince años, o a los entonces líderes de Los de Abajo —Kramer y Anarkía— viendo en alguno de los televisores del interior el resumen de la jornada futbolística un domingo por la noche.
Recuerdo también a un periodista que tenía turno nocturno en un conocido diario y que tras finalizar su jornada laboral nunca se iba a su casa, si no que le pedía al móvil que lo transportaba que lo dejara en La Terraza. Al final, era como su casa.
Y así la lista es larga y diversa. Como las mesas que se armaron ahí hace unas semanas tras el funeral de la dirigente de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Ana González.
Las claves
La Terraza es una fuente de sodas como tantas otras en Santiago. De hecho, en el área de Plaza Italia hay varias más que hasta se le parecen (y comparte nombre con una).
Sin embargo, debe ser la más exitosa del barrio y una muy reconocida en la capital.
¿Dónde estará la clave? Desde luego en la fidelidad de sus clientes, porque teniendo todo para ser un lugar de servicio al paso —y que lo es para algunas personas—, está siempre lleno de clientes que lo visitan una y otra vez.
Desde luego, sus precios son convenientes, pero algo más hay. Algo difícil de definir y explicar. Puede ser la simpleza de su oferta y su propuesta honesta. Porque en La Terraza no te da sorpresas, pero sí gratas experiencias.
Y por las noches te invita a jugar con esa bohemia un poco como la de antes. Con harto alcohol, harto humo e historias que pueden terminar bien o mal.
Guardando las proporciones, La Terraza se parece mucho más a un bar del centro de Madrid o Buenos Aires que tantos otros que viven luchando por tener esa apariencia y simplemente no lo logran.
Es que más allá de la estética y la oferta de un boliche, hay un feeling —una onda— que en el caso de este céntrico local está hace rato bien definida y —lo más importante— aceptada por sus parroquianos.
La Terraza
Dirección
Av Vicuña Mackena 24
Santiago,
Región Metropolitana
Chile
Teléfono
Horario
Lunes a sábado, 11.30 AM a 11 PM
Estacionamiento
En calles aledañas, gratis
Edad
Todo público
Con Reserva
No