La ruda imagen del policía siempre ha inspirado a los guionistas de Hollywood, dando como fruto una larga lista de películas. No sólo aquellas cintas que revisan el lado más dramático y oscuro de su profesión, sino también las realizaciones que hacen de los agentes de la ley protagonistas de diferentes comedias. Desde los largometrajes que sacan provecho a su lado más ridículo -como los filmes de la saga Locademia de policías- hasta las cintas con dúos de agentes que son como el agua y el aceite, y donde el humor se une a la acción (léase Una pareja explosiva).
Pero ahora, los mentados guionistas, en un arranque de inusual creatividad, sorprenden con un subgénero: una historia de policías que no son policías. En este caso, la de Justin Miller (Damon Wayans Jr.) y Ryan O’Malley (Jake Johnson), un par de mejores amigos que en su época colegial hicieron la promesa de que si no conseguían triunfar en la ciudad de Los Angeles cuando tuvieran 30 años de edad, volverían a su natal Ohio.
Un juramento que deberán cumplir, luego de llevar largo tiempo viviendo en la capital californiana, de que el trabajo de Justin como diseñador de videojuegos se esté yendo por el desagüe y que el mayor logro de Ryan sea haber protagonizado un comercial de crema antihemorroidal.
Todo cambia el día en que se ponen unos trajes de policía y son confundidos por verdaderos agentes de la ley, consiguiendo respeto y atención femenina. Sin embargo, el juego de identidades se torna peligroso cuando se cruzan en el camino de unos criminales albanos.
Una apuesta por la comedia que no logra remontar y que sólo se sustenta en la química entre sus actores principales, Wayans Jr. y Johnson, quienes además son coprotagonistas en la serie de TV New girl.
Título original: Let’s Be Cops
Dirección: Luke Greenfield
Actores: Jake Johnson, Damon Wayans Jr., Rob Riggle, Nina Dobrev
Calificación: Para mayores de 14 años