Comentario de cine: Everest

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Comentario de cine: Everest

Por Lya Rosén D.

Películas de desastres hay muchas. Desde las que ficcionan la realidad, como La aventura del Poseidón (1972) y Terremoto: la falla de San Andrés (2015), hasta las que reviven dramas de la vida real, como Lo imposible (2012), que llevó a la pantalla grande la tragedia del tsunami que afectó a la costa de Tailandia en 2004. Una tecla sombría que vuelve a ser tocada en Everest, la cinta del director islandés Baltasar Kormákur (Armados y peligrosos) que se centra en la tragedia que se vivió en el Monte Everest, en 1996.

Sus primeras imágenes se ambientan en Nueva Zelandia, cuando el líder de expediciones comerciales a la cima más alta del mundo, Rob Hall (Jason Clarke), se despide de su esposa embarazada (Keira Knightley) para viajar una vez más a Nepal en compañía de su equipo. Una vez en suelo asiático, Hall se reúne con quienes le han pagado para ascender el Everest, entre los que se cuentan el doctor Beck Weathers (Josh Brolin), el cartero Doug Hansen (John Hawkes) y el periodista Jon Krakauer (Michael Kelly), quien realizará una crónica sobre la aventura. Luego de llegar al campamento base, donde el grupo se encuentra con el equipo de Scott Fischer (Jake Gyllenhaal) -el competidor directo de Hall en los negocios de montaña-, comienza la preparación para el ascenso final, en medio de un clima que se muestra amenazante.

Este es el preámbulo de la “crónica de una muerte anunciada”, marcada por el blanco de la nieve y el buen despliegue actoral de su elenco -como Clarke, quien aquí revela su lado sentimental, lejos de los roles de “malo” que marcan su carrera-, además de la innegable fuerza de la naturaleza, la verdadera protagonista y villana de un relato correcto, pero olvidable.

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Título original: Everest
Dirección: Baltasar Kormákur
Actores: Jason Clarke, Keira Knightley, Josh Brolin, Jake Gyllenhaal
Calificacion: Para todo espectador mayor de siete años.

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