Por Lya Rosén D.
En medio de una cartelera tomada por asalto por la última entrega de Star Wars, algunas películas se atreven a debutar en las pantallas nacionales ofreciendo un respiro a aquellos que desean alejarse de la fuerza y los caballeros jedi. Una de las alternativas es Un fin de semana en París, una comedia dramática dirigida por el británico Roger Michell, mejor conocido por Un lugar llamado Notting Hill (1999), donde Julia Roberts y Hugh Grant eran una estrella de cine y un librero londinense que caían en las redes del amor.
Ahora Michell está de nuevo al frente de una comedia dramática, pero totalmente diferente, donde el amor puede haberse diluido con el paso de los años. Su relato nos presenta a Nick y Meg Burrows (Jim Broadbent y Lindsay Duncan), un matrimonio de profesores ingleses que viaja a París para celebrar sus 30 años de casados.
Pero el que debía de ser un viaje de ensueño pronto comienza a mostrar su lado menos amable. El hotel en que tienen reservaciones parece estar más viejo de lo que Meg recordaba y ella literalmente arrastra a su marido a un hotel cinco estrellas, que deberán pagar con los ahorros que tenían para remodelar el baño de su casa. Y a pesar de estar rodeados por el encanto de la Ciudad Luz, sus gestos y miradas revelan que quizás la convivencia deba llegar a su fin. Algo que parece zanjarse en la fiesta a la que son invitados por Morgan (Jeff Goldblum), un ex compañero de universidad de Nick.
Todo lo que convierte al filme en un agridulce retrato de una crisis matrimonial que se aleja por completo de las superproducciones de Hollywood, gracias a un sólido guión, escrito por el dramaturgo y novelista Hanif Kureishi, y las impecables actuaciones de su pareja protagónica.
Título Original: Le Week-End
Dirección: Roger Michell
Actores: Lindsay Duncan, Jim Broadbent, Jeff Goldblum, Olly Alexander
Calificación: Para todo espectador mayor de siete años.