El Hombre Invisible: Una nueva e imperdible mirada al clásico del horror
El personaje clásico de la novela de H.G. Wells revive en esta cinta donde el eje del relato pasa desde el científico hacia su mujer, perfectamente encarnada por Elisabeth Moss.
En junio de 2017 llegó a las salas de cine del mundo La Momia, la cinta con que Universal Pictures dio inicio a un universo cinematográfico centrado en los monstruos clásicos del estudio, bautizado Dark Universe, y que continuaría casi inmediatamente con una película sobre la novia de Frankenstein.
Los magros resultados obtenidos en taquilla por el filme protagonizado por Tom Cruise, además de su mal recibimiento por parte de la crítica, dejaron en compás de espera a todo lo que vendría después en este mundo fílmico enfocado en figuras como las de El Hombre Lobo y Dr. Jekyll y Mr. Hyde, entre otras.
Un par de años después se confirmó que algunos de sus proyectos serían realizados, pero de manera individual y no como parte de un universo fílmico. Ese es el caso de El Hombre Invisible que, bajo el logo de Universal, pero producido por Blumhouse, llega a salas locales con su nueva mirada a la novela escrita por H.G. Wells a fines del siglo XIX.
En su inicio nos encontramos con Cecilia Kass (Elisabeth Moss) cuando se despierta en medio de la noche y sigilosamente se escabulle de la cama que comparte con su pareja, el científico Adrian Griffin (Oliver Jackson-Cohen), tras comprobar que éste duerme profundamente bajo los efectos del Diazepam que ella le suministró.
Luego de sacar de un escondite el bolso que tenía preparado, Cecilia desactiva las alarmas de la mansión en que viven y corre por su libertad hasta llegar la carretera cercana, donde la pasa a buscar su hermana Alice (Harriet Dyer), quien sorprendida ve cómo Adrian llega y ataca el auto mientras escapan.
Unos meses después nos reencontramos con Cecilia viviendo con su amigo de infancia James Lanier (Aldis Hodge), un policía que habita una casa en un suburbio de San Francisco junto a su hija quinceañera Sydney (Storm Reid).
Aún traumatizada por los años de violencia física y sicológica que sufrió a manos de su pareja, la joven arquitecta recibe, con una mezcla de sorpresa y alivio, la noticia de que Adrian se suicidó. Poco después, el hermano y abogado del fallecido le revela la existencia de una herencia.
Sin embargo, cuando las cosas ya parecen estar en calma, Cecilia empieza a experimentar extrañas situaciones, como que en medio de la noche las mantas de su de cama sean sacadas de su sitio o que su hermana reciba un e-mail, supuestamente escrito por ella, donde le pide de la peor forma que se aleje de su vida.
Pero lo que la hace sospechar aún más de que Adrian no está muerto, es la aparición, donde ahora ella vive, del frasco de Diazepam que dejó tirado al escapar. El cual, como se vio en las escenas iniciales, él recogió mientras ella huía.
Gran giro e inmejorable actuación protagónica
Y si en La Momia no resultó convincente el cambio de género de su “monstruo” protagonista, en esta nueva realización funciona por completo el giro en su trama, ahora ya no enfocada en el científico invisible sino en su mujer, y cómo ella es la principal víctima de su locura en plena era del #MeToo.
Una insanidad que poco a poco también va consumiendo a Cecilia y que se ve perfectamente complementada por el ambiente de opresión y peligro que se respira en gran parte de sus escenas. Momentos donde además es clave la música del británico Benjamin Wallfish, quien ya había compuesto para cintas como Annabelle 2 e It.
Mención aparte merece la protagonista de El Hombre Invisible: Elisabeth Moss, quien ya había demostrado su talento como actriz en series como Mad Men y The Handmaid’s Tale, y que acá reafirma su solvencia y capacidad dramática, siendo el eje de casi todas las escenas del relato.
DIRECCIÓN: Leigh Whannell
PROTAGONISTAS: Elisabeth Moss, Aldis Hodge, Storm Reid, Harriet Dyer, Oliver Jackson-Cohen
GÉNERO: Terror/Suspenso
CALIFICACIÓN: Para mayores de 14 años
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