El estreno de Pantera Negra marcó un antes y un después en la historia de los superhéroes en pantalla, convirtiéndose de paso en la primera de sus cintas en ser nominada a un Oscar como Mejor Película.
Uno de los múltiples honores que la superproducción obtuvo tras su debut en 2018, con una narración que supo combinar la solidez de su guión y actuaciones con la acción y un inolvidable paladín.
El que gracias al encanto y el talento de Chadwick Boseman se convirtió en uno de los personajes de Marvel más aclamados, que claramente tenía un largo camino por recorrer en su Universo Cinematográfico.
Sin embargo, un cáncer cegó la vida de Boseman y una carrera que lo llevaría hacia lo más alto, además de poner en riesgo los planes de dos secuelas fílmicas con el héroe africano y líder de Wakanda.
Pero tanto Marvel como Ryan Coogler, director y coguionista de la primera cinta, decidieron seguir adelante con una continuación, pero sin poner a ningún actor en reemplazo de su protagonista original.
La pérdida que marca el inicio
¿El resultado? Un largometraje subtitulado Wakanda por siempre, que tiene como ejes argumentales la pérdida y el duelo -además de tributar a Boseman-, sin descuidar el peligro y la aventura de este tipo de cintas.
Y cuya narración tiene como principal escenario el mítico reino africano que se reveló como una poderosa potencia frente al mundo gracias a su tecnología, obtenida del metal conocido como vibranio.
Mismo lugar que al inicio de la narración llora la muerte del príncipe T’Challa, alias Pantera Negra, por una misteriosa enfermedad que no pudo derrotar su inteligente hermana Churi (Letitia Wright).
Lo que hace que la joven se aleje del luto y se vuelque en sus inventos, al mismo tiempo que su madre, la reina Ramonda (Angela Bassett), combate los intentos de otras naciones de apoderarse del vibranio.
Algo que no ha detenido a científicos y agentes especiales estadounidenses, que lograron dar con una nueva fuente de este poderoso metal en el medio del océano. Sin imaginar lo que esto provocaría.
El surgimiento de un villano acuático
Ya que ahora el principal villano no es un extraterrestre o un humano desquiciado, sino que un habitante de las profundidades del mar: Namor (Tenoch Huerta), el soberano del imperio sumergido de Talokan.
Un poderoso personaje que busca detener estos intentos de dar por el vibranio, que por siglos ha sostenido a su pueblo de raíces mayas, y también eliminar a todos sus enemigos en la superficie.
Entre ellos la inteligente jovencita que inventó el rastreador de dicho metal, Riri Williams (Dominique Thorne), alias Ironheart, obligando al reino de Wakanda a convertirse en su aliado en este cometido.
Lo que pone en peligro a Ramonda y Churi, e impulsa el surgimiento de un nuevo héroe (o heroína) y la intervención de viejos conocidos que son claves en el desarrollo de la trama, como Nakia (Lupita Nyong’o).
Además de personajes como el agente de la CIA Everett K. Ross (Martin Freeman) y su colega Val (Julia Louis-Dreyfus), cuya incursión en el relato se siente algo forzada y poco relevante.
En el plano menos positivo, junto con su extensión, de una cinta que no logra el nivel de su predecesora, pero toma vuelo gracias a la faceta más sentimental que la recorre y el desempeño de su elenco.
FICHA TÉCNICA
DIRECCIÓN: Ryan Coogler
PROTAGONISTAS: Letitia Wright, Angela Bassett, Lupita Nyong’o, Tenoch Huerta, Danai Gurira, Winston Duke, Dominique Thorne, Florence Kasumba, Michaela Coel, Martin Freeman
GÉNERO: Aventura, Acción, Drama
CALIFICACIÓN: Para todo espectador mayor de 7 años