Por Evelyn Briceño
Está en tres películas que debutan en Chile la próxima semana: Por siempre amigos (Little men), La cordillera -que abre Sanfic 2017– y La novia del desierto, que compite en ese mismo festival. Aquí habla de esas cintas, algo de política y de sus panoramas preferidos.
Exactamente a la hora acordada y sin falsa modestia. Así responde esta entrevista Paulina García (56). Sabe que algo pesa en el cine mundial, desde que descollara en el rol de Gloria y ganara el Oso de Plata a la mejor actriz en el Festival de Cine de Berlín 2013. No le interesa asumir una postura debilucha, porque está convencida de que ha trabajado duro para ser la mamá de Pablo Escobar en la súper producción de Netflix, Narcos, o protagonizar Por siempre amigos (Little men), película independiente del estadounidense Ira Sachs sobre la “gentrificación” o “aburguesamiento” que vive la antigua zona industrial de Brooklyn y que complica a los residentes históricos. La cinta fue alabada hasta por Barack Obama.
Son días ajetreados para “Paly”: en julio fue nombrada directora de la Muestra Nacional de Dramaturgia, junto a la dramaturga Nona Fernández, donde deberá escoger las mejores obras inéditas que lleguen a la convocatoria. Pronto partirá a España a filmar una serie para Movistar y la próxima semana estrenará tres películas en Chile: Por siempre amigos en salas comerciales (sólo se había dado en el verano, en el Festival de Cine de Las Condes), y La cordillera y La novia del desierto, en el Santiago Festival Internacional de Cine, Sanfic, que parte el 20 de agosto. La primera -sobre una cumbre presidencial en Chile- abrirá el certamen, mientras que La novia… -que muestra el largo viaje por el desierto de una mujer madura- estará en la competencia internacional.
—Eres algo así como la reina de Sanfic 2017.
—“Ojalá”, dice entre risas, mientras recuerda que ya había ganado en ese festival en 2013, con Las analfabetas.
—Han pasado cinco años desde Gloria. ¿Qué significa hoy para ti?
—Y han pasado hartas películas, ya no sé cuántas. Pero la llevo en el corazón, porque me puso en un lugar que ni en mi mejor sueño era posible. Ahí hubo un punto de inflexión en todos los aspectos de mi vida, sobre todo en el laboral.
—De hecho, por estos días estrenas tres películas, algo poco común para una actriz chilena.
—Las hice en un período largo y las razones por las que se estrenan ahora, las tres juntas, no las sé. Es un tema de los distribuidores. Se ve como que estoy súper prolífica, pero sólo diría que he estado trabajando un montón, porque he tenido una mezcla entre suerte y reconocimiento al trabajo en Gloria. Aunque la gente de La novia… se fijó en mí porque vieron Las analfabetas.
—En Sanfic compites con La novia…, coproducción argentino/chilena dirigida por dos mujeres.
—Contando, además, historias de mujeres, lo que es difícil en el cine actual; hasta Meryl Streep lo ha dicho. Por suerte, eso se ha ido corrigiendo. Lo genial es que cuando se logra contar una historia desde la mirada de una mujer resulta estrambótica, pero a la vez súper reconocible.
La actriz le tiene fe a esta cinta estrenada en el último Festival de Cannes; le gustó desde un comienzo: “En 2013, las directoras Valeria Pivato y Cecilia Atan me enviaron un argumento con algunas escenas desarrolladas y las encontré hermosas. Me gustó esta historia de una persona tan apagada. Teresa, la protagonista, es un personaje como quitado de ella misma, como si no estuviera ahí”.
—¿Por qué ir a verla?
—Es una historia de amor de gente adulta, donde comparto con Claudio Rissi, un tremendo actor. Y hay un tercer personaje que es el desierto cuyano, fotografiado de una manera perfecta por Sergio Armstrong (El club, Neruda). No es un ladrillo, pero tiene un peso que quedas sintiendo y meditando después de verla. Además, está protagonizada por una coterránea; hay que ir a ver el trabajo de los coterráneos”, dice, y suelta una risotada.
El Sanfic de este año parte, además, con la exhibición de La cordillera, filme protagonizado por el argentino Ricardo Darín y donde Paulina hace de Presidenta de Chile.
—¿Qué atributos debe tener quien dirija este país?
“Altura de miras, lucidez e inteligencia emocional. O sea, nadie. Bachelet tiene un poco de eso. Está compleja la cosa”, reflexiona.
Se queda en silencio un par de segundos y agrega: “Exigirle a una persona que tenga condiciones especiales, como si fuera un santo, para dirigir un país es una niñería. Es esperar que alguien poderoso y paternal te rescate, en una actitud sumisa que creo que ya no va más. Deberíamos organizarnos de otra manera, con otro sistema en que no le pongamos toda la responsabilidad a una persona. El tema de la presidencia tiene que mutar. Una nueva Constitución puede que nos haga pensar en eso”.
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Paulina García en inglés
También se explaya al hablar de su otro estreno, Por siempre amigos (Little men). El jueves 17 de agosto llegará a las salas chilenas esta cinta estadounidense, dirigida por Ira Sachs, en la que interpreta a una mujer de Brooklyn a la que le quieren subir el arriendo porque el barrio está “subiendo de pelo”, mientras su hijo y el del arrendador se hacen amigos.
—¿Qué pasó cuando supiste que Ira Sachs quería dirigirte? Él es importante en el circuito independiente de EE.UU.
—Y es un activista que tiene un compromiso con los artistas gay, un tipo súper político. Apenas supe, vi un par de sus películas y quedé impresionada por la profundidad con que trabaja. Me siento honrada de haber trabajado con un director de su nivel y con su sensibilidad. No quedamos en nada para el futuro, porque así es la vida: haces una película con alguien y es difícil que repitas. Pocos directores trabajan dos veces con la misma actriz, no tengo idea por qué.
—¿Alguna diferencia entre filmar en EE.UU. y en Latinoamérica?
—La que hice en EE.UU. es una película independiente y el cine independiente es más o menos igual en todos lados, con un poco más o menos de recursos. Además, tengo una sola experiencia allá, no puedo hacer un catálogo de cómo es el cine independiente estadounidense. Sí me llamó la atención que la mayoría de la gente que trabajó en Por siempre amigos era muy joven, experta y disponible. Muchos trabajaron gratis, sólo por estar en una producción de Ira Sachs.
—En ese filme se plantea el tema de la “gentrificación” en Nueva York. ¿Cómo ves ese fenómeno en Santiago?
—Si vamos a las invasiones de los griegos a los troyanos, se destruía todo y luego se construía encima. Lo mismo hizo el Imperio Otomano o los españoles en América, y de eso salen nuevas cosas, lo sé. Pero en el caso de la “gentrificación” no se trata de una invasión, sino casi únicamente de plata. No sé qué pensar del futuro al respecto. Me asusta y Por siempre amigos cuenta la historia de una mujer aterrada frente al tema. Reacciona mal, pero luego entiende que no hay nada más que hacer.
—Asusta que lleguen a cambiar el lugar donde siempre has vivido.
—Claro. Venía caminando por esta calle (Av. Apoquindo) y recordé que acá vivían muchos amigos. De hecho, donde está este edificio estaba la casa donde fumé mis primeros “pitos”. Pienso en muchos otros barrios. Las Lilas, por ejemplo, que era tan lindo y que tenía hasta un cine. Se van perdiendo cosas y creo que es un proceso irreversible.
—¿En qué proyectos estás ahora?
—En una película sobre Gabriela Mistral, pero no sé bien en qué va. Estoy también en otra que se llama Llegar y llevar, sobre el fraude en La Polar. Y a fin de mes me voy a España por tres meses a hacer una serie para Movistar, escrita y dirigida por la catalana Mar Coll. Es sobre una familia con un padre muy terco y aprensivo que tiene al resto completamente trastornado.
—¿Y en teatro?
—Tengo un par de proyectos en veremos, porque cuesta estar en tanta cosa. Eso sí, me entusiasma mucho dirigir la Muestra de Dramaturgia con Nona Fernández.
—¿Qué recomiendas de la cartelera teatral?
—El zoológico de cristal, que protagonizan dos mujeres a las que admiro y quiero mucho: Claudia di Girólamo y Adriana Stuven (Mori Bellavista). Además, ahí está Héctor Morales y dirige Álvaro Viguera, así es que es un must.