Ungido como nueva estrella de Hollywood con El sexto sentido (1999), los siguientes 20 años en la carrera del director y guionista M. Night Shyamalan pueden ser -y han sido- vistos como un permanente intento de repetir tamaño taquillazo planetario, sin hablar del fenómeno cultural asociado.
Y si bien tal cosa no ha sido posible, el hombre no ha dejado plasmar sus tics y obsesiones en la pantalla. Un caso es el de la trilogía comiquera que parte con El protegido (2000), sigue con Fragmentado (2016) y termina ahora con Glass.
El título se prenda del apellido del villano que Samuel L. Jackson encarnó en la cinta de 2000 y a quien ahora vemos sedado e inmóvil, condenado a su silla de ruedas en una institución siquiátrica de Filadelfia. Pero no estará solo.
A poco de iniciado el metraje son derivados al mismo lugar el justiciero encapuchado que encarnaba Bruce Willis en El protegido y el tipo con 23 personalidades que caracterizó James McAvoy en Fragmentado.
Un héroe y dos villanos, a quienes se suma una siquiatra que procura sacarlos de su delirio. O eso se supone, porque, como buena película de su director, hay más de un giro en el camino.
Hace rato, si no desde siempre, que Shyamalan se solaza descomponiendo los géneros que tributa o que le sirven de referencia. Sus universos son, ese sentido, regularmente complejos y complicados. En ese camino mítico y metalingüístico, los nerds no le han fallado.
En cuanto al resto, algunos de ellos, sin haber sido jamás fans de su propuesta, extrañamos el tiempo en que el resto del mundo, todo lo que no es ñoñerío ni autocomplacencia, importaba y desafiaba.
DIRECCIÓN: M. Naight Shyamalan
PROTAGONISTAS: Samuel L. Jackson, Bruce Willis, James McAvoy
GÉNERO: Misterio/Superhéroes
EDAD: Mayores de 14