En los últimos años la carrera de Keanu Reeves ha parecido recorrer una montaña rusa, entre los altos momentos alcanzados con la saga del asesino a sueldo John Wick o las caídas con títulos como Exposed.
Su nueva visita a la cartelera local se ubica en un punto intermedio de su recorrido, con un relato que mezcla la ficción, el suspenso y el drama, que no dejará profundas huellas en su carrera u obtendrá gran nivel de recordación entre el público.
Su historia se inicia con el experto en neurociencia William Foster (Reeves) trabajando junto a su equipo en las instalaciones de la corporación Bionyne en Puerto Rico.
Su objetivo es completar el proyecto en torno al Sujeto 345, donde los patrones mentales de un dador recientemente fallecido serán trasladados a un androide. Sin embargo, la última prueba sale mal y tanto Foster como sus colegas, entre los que se destaca Ed Whittle (Thomas Middeletich), reciben un plazo fatal por parte de su jefe para concretar el proyecto.
En el intertanto, Foster se tomará unos días libres con su familia —su esposa Mona (Alice Eve) y sus tres hijos, Matt (Emjay Anthony), Sophie (Emily Alyn Lind) y la pequeña Zoe (Aria Leabu)—, navegando en el bote de propiedad de Whittle.
Pero, un grave accidente automovilístico hace que su esposa y niños mueran, y que el científico decida usar sus conocimientos para traerlos de vuelta a la vida.
Así, con la ayuda directa de Whittle, un experto en clonación, Foster hace réplicas corporales de Mona, Matt y Sophie, pero no de Zoe, ya que no existen la cantidad de recipientes necesarios para clonarlos a todos.
Cuando los cuerpos están listos, los mapas neuronales de su familia son traspasados a estos, logrando uno de los mayores logros de su carrera como científico, pero que no podrá revelar al mundo.
DIRECCIÓN: Jeffrey Nachmanoff
PROTAGONISTAS: Keanu Reeves, Thomas Middleditch, Alice Eve, John Ortiz, Emjay Anthony
GÉNERO: Ciencia ficción/Suspenso
EDAD: Para mayores de 14 años