Aunque todos consideraban que el cierre que Toy Story 3 le dio al periplo de los juguetes parlantes era perfecto, Disney decidió que la historia encabezada por el Sheriff Woody y el astronauta Buzz Lightyear podía ser revisitada.
Y aunque su llegada a la pantalla tomo cinco años –desde que en 2014 se dio la noticia de la cuarta entrega hasta hoy-, finalmente la nueva secuela llega a las pantallas nacionales para demostrar que, con trabajo y buenas ideas, además de la maestría de Pixar en la animación, lo ya conocido puede retornar en el mejor nivel.
Los minutos iniciales del Toy Story 4 se ambientan entre las dos primeras cintas de la saga, cuando en medio de la tormenta los juguetes descubren que uno de ellos, el auto radio-controlado RC, se quedó afuera y expuesto a la inclemencia del tiempo.
Ante esto, apoyado por la pastora de porcelana Bo Peep, Woody decide rescatar a su compañero de juegos saltando por la ventana del cuarto de Andy. Poco después del exitoso salvataje, un amigo de la familia viene a retirar algunas cosas que la mamá del niño ha decidido donar, entre ellas la lámpara de Bo.
Ahora, sabiendo lo que realmente pasó el objeto amoroso del vaquero, el relato se traslada al presente, cuando la nueva dueña de los juguetes, Bonnie, se apresta a conocer a sus compañeros y profesoras de kínder, en un día de ensayo escolar, al que, a escondidas, la ha acompañado Woody.
Es aquí donde la pequeña construye a un nuevo “juguete”: Forky, quien está hecho con una cuchara-tenedor desechable –o cuchador-, un par de ojos saltones, limpiapipas de colores y palitos de helado. La misma creación que después, ya en casa, el alguacil debe presentar ante los otros juguetes de Bonnie, aunque Forky se considere basura y trate de buscar refugio en el papelero.
Con este último aún en medio de una crisis existencial, el grupo de juguetes se suma a Bonnie y sus padres en un viaje por carretera que hacen a bordo de una casa rodante. Al ver la oportunidad, Forky salta por la ventana del vehículo en busca de libertad y Woody decide ir tras él, porque sabe que es el favorito de la niña.
Así, el alguacil y su nuevo compañero quedan a la deriva, llegando, tras una larga caminata, a una localidad cercana. Aquí, en una tienda de antigüedades, conocen a la muñeca Gabby y a su grupo de atemorizantes secuaces, y más tarde, en una plaza vecina, Woody se reencuentra con Bo Peep, quien todos estos años ha disfrutado de sus días como un juguete perdido.
Una buena historia e inmejorables adiciones
Con este reencuentro se inicia la trama esencial de la más nueva película con el sello de Disney/Pixar, que trae de vuelta a los juguetes parlantes, pero dando mayor protagonismo a personajes femeninos, como Bo y Gabby, y también al singular Forky, un ejemplo de inclusión de las minorías, muy acorde a los nuevos tiempos.
Esto da vigencia y frescura a Toy Story 4, donde además es clave su mezcla de aventura, humor y unas cuotas de terror –en las escenas en la tienda de antigüedades-, como también la presencia de nuevos personajes, que son el eje de la comedia presente a lo largo de su hora y media de duración.
Está Forky con sus cuestionamientos existenciales, como también los peluches Bunny y Ducky, cuyas voces están a cargo de Jordan Peele y Keegan-Michael Key en la versión original y quienes son esenciales en una de las escenas que más risas provoca. Además de Duke Caboom, una figura de acción de los 70, inspirada en el mayor doble de riesgo de Canadá, que marca el inmejorable debut de Keanu Reeves en una cinta animada.
DIRECCIÓN: Josh Cooley
VOCES ORIGINALES: Tom Hanks, Tim Allen, Annie Potts, Keanu Reeves, Christina Hendricks
GÉNERO: Animación
CALIFICACIÓN: Para todo espectador