Por Loreto Gatica.
Entre la falta de tiempo y la carga de trabajo, a muchos les cuesta encontrar un momento para disfrutar del almuerzo durante los días de semana. Sin embargo, poco a poco algunos restaurantes y cafés de Santiago y regiones se han volcado a cautivar a los oficinistas con buenos menús. De hecho, en los últimos dos años han surgido comedores como La Estación, en Vitacura; Salvador Cocina y Café, en el centro, o Silvestre, en el barrio Italia, que basan su oferta en preparar menús completos, sabrosos y a precios convenientes.
No son los únicos. Varios otros locales armaron los suyos, con propuestas que van desde los sabores caseros, hasta otros más sofisticados, donde puede darse el lujo de probar platos que costarían hasta tres veces más en horario nocturno. Aquí, una guía de lugares que dan ganas de visitar todos los días en horario de almuerzo de tan sabrosos que son.
Por menos de $ 5.000
Olor a comino y orégano, una marraqueta crujiente, un pocillo de pebre y otro de mayonesa casera. Así es el recibimiento en La Familia, la fuente de soda que desde hace 30 años atiende Adriana Becerra junto a su familia en Bravo, una calle pequeña entre Eliodoro Yáñez y José Manuel Infante. El menú que preparan de lunes a viernes es hogareño y lo han probado varios actores que han usado este lugar como locación de series y películas.
Por $ 4.100 ofrece una ensalada mixta con palta, plato de fondo, bebida y postre casero. “Todo es hecho en el día y nada enlatado”, dice la señora Adriana sobre preparaciones como el osobuco con papas fritas, los porotos con rienda y un churrasco encima, y una cazuela humeante que saca una sonrisa de sólo mirarla.
A pocas cuadras del ahí, en Av. Eliodoro Yáñez 975, verá en el frontis de la 13ª Compañía de Bomberos una pizarra que anuncia el menú del día. Este cuartel se abre al público al mediodía para ofrecer un almuerzo por $ 3.000. Trae ensalada, postre, pan, jugo y fondos como carne mechada, pollo a la mostaza o callitos a la madrileña. Si aún no ha ido, vale la pena la visita.
Otra buena alternativa por el sector es Quimbaya, un café “dog lover”, porque ahí puede ir con su perro, al que reciben con una fuente de agua. Mientras su mascota camina por el local, pida el menú ($ 4.490), que parte con jugo de fruta natural, pan hecho en el lugar, una crema o sopa casera y ensalada. El fondo va cambiando día a día e incluye delicias como un contundente arroz a la peruana con “tutitos” de pollo, con un sabroso toque de orégano y comino. No trae postre, pero sí café de grano, té o agüita de hierbas.
En Av. Tobalaba, a dos cuadras de Av. Pocuro, abrió hace unos meses Aldea Nativa, un café y emporio donde cocinan con ingredientes que en su mayoría son orgánicos. Es cocina casera, hecha con agua purificada, sal rosada del Himalaya y ghee (mantequilla clarificada) o aceite de coco. Su menú cuesta $ 4.500 e incluye un buen vaso de jugo natural, pan integral con pasta de tomates, un mix de hojas verdes y un fondo que puede ser spaghetti integral con salsa de tomates casera y carne de libre pastoreo (sin hormonas ni antibióticos). De postre, delicioso queque de zanahoria o leche asada.
¿Trabaja en plena Av. Providencia? Vaya a almorzar a la Pizzería Olimpia, que tiene estilo de fuente de soda y está decorada con materiales reciclados. Es bien ondera y se nota que sus dueños son los mismos de La Jardín, el restaurante que funcionó en la Ex Factoría Italia. Tiene sabrosas pizzas de masa a la piedra y también un menú ($ 4.500) con ensalada, jugo natural, sopa -como una irresistible de zanahoria y betarraga- y plato principal, que a veces es pollo arvejado o una tilapia a la plancha con puré de habas.
Si es fanático de las pastas, entonces cruce al otro lado del río, al barrio Pedro de Valdivia Norte. Ahí está Pasta Pazza, una tratoría familiar donde preparan un menú ($ 3.900) con jugo, entrada -consomé o ensalada- y ricas pastas hechas ahí mismo, como los ñoquis con jamón y alcachofas. Los postres también son caseros, como su leche asada.
En fácil perderse entre la oferta del barrio Italia, porque ahí abundan las opciones para almorzar. Pero puede irse a la segura con el menú ($ 2.990) de Tegualda Sandwichería. Le da derecho a un jugo natural, sopa casera o ensalada, postre y dos opciones de fondo, entre las que están una pasta al pesto, por ejemplo, o una tortilla de berenjenas y zapallito italiano con arroz.
Cerca de ahí también hay otra buena alternativa, Silvestre Bistró. Esta cafetería con huerta y terraza ofrece dos estilos de menú. Uno es más contundente ($ 4.900), con té helado y fondos como pastel de carne de pavo y verduras al horno, con queso fundido, salsa de champiñones y rúcula; o tortellinis caseros rellenos de carne en pomodoro. El otro es más liviano ($ 3.000), porque consiste en un quiche de verduras con ensalada. En estos días fríos pregunte por su sopa, que puede ser una crema de zapallo camote y cardamomo ($ 1.800).
Más al sur, en Puente Alto, hay un imperdible para almorzar, la Jengibrería. Es una sanguchería bien colorida, con huerta, que privilegia el uso de productos de estación y que de lunes a sábado, desde el mediodía, tiene un menú a $ 3.800. Trae un gran vaso de jugo natural, pan, una ensalada y un buen trozo de quiche casero, de cebolla o tomate-albahaca, por ejemplo.
En Viña del Mar, una parada obligada está en la esquina de 8 Norte con 1 Poniente. Ahí funciona La Flor de Chile, un local con más de 80 años de historia y que, de lunes a viernes, tiene un buen menú de comida chilena. Ojo, que sólo preparan 60 unidades por día y las últimas se acaban a eso de las 3 PM. Cuesta $ 4.800 e incluye dos opciones de entrada, fondo y postre. Los lunes, por ejemplo, los platos principales son cazuela de vacuno y legumbres con plateada o mechada. El resto de la semana puede encontrar costillar de cerdo con arroz y papas duquesas, o tallarines con mechada, todos sabrosos y contundentes. Por algo algunos lo llaman el “Liguria de Viña”. No aceptan reservas.
Lo más sabroso del centro
La población flotante del centro de Santiago bordea los dos millones de personas. Eso explica que la oferta para almorzar ahí sea generosa. Un menú imperdible lo preparan en un lugar que quizás conozca sólo como espacio cultural. Pero el café del Centro Arte Alameda tiene, además de una ubicación central, buena gastronomía y de sabores caseros. En su menú hay tres alternativas de plato de fondo, como un contundente charquicán con huevo frito, porotos con riendas o ají de gallina. Eso, además de pan negro, pebre, sopa del día, ensalada y una copita de vino o jugo. Insuperable, y todo por $ 3.500.
Si le gustan las especias y el picante, entonces prepárese para hacer fila fuera del New Horizon, el restaurante de cocina India de calle Merced. Tan bueno es su menú ($ 3.900), que todos los días se llena, y si llega después de las 3 PM, puede que se quede “debajo de la mesa”. Su éxito se debe a platos como un pollo o un mix de verduras en salsa de cilantro, con maní, espinacas y curry, más abundante arroz blanco. Incluye ensalada, bebida y naan, un pan de harina de trigo, ideal para untar en salsas.
En la misma cuadra funciona República Nikkei, el restaurante que mezcla los sabores del Perú con la cocina callejera japonesa. Al almuerzo ahí encuentra “teishokus” ($ 5.900), unas bandejitas con cinco separaciones y una preparación distinta en cada una de ellas. Van variando, pero pueden ser una ensalada con aliño oriental, rolls con salsas peruanas, una minitortilla, pollo agridulce o arroz gohan. Eso, más una sopa japonesa y una limonada con menta o albahaca. Ojo, que los miércoles el menú cambia a un plato, que pueden ser unas maravillosas costillas en puré nikkei (con aliños peruanos) y ensalada, más una sopa japonesa y limonada.
Si tiene mucha hambre y poco presupuesto, entonces vaya al mercado Tirso de Molina. En el segundo piso, entre ofertas de ropa y cocinas peruanas y thai, destaca La Carmencita. Bien atendido por su propia dueña, ahí lo esperará un menú de $ 2.500, con pebre, pan, sopa o ensalada y platos abundantes, como pantrucas, lentejas, pescado frito con agregado o un increíble pollo arvejado con doble porción de arroz. Si elige la carne al jugo con puré casero, el precio sube a $ 3.000.
Hacia el poniente, en el barrio Yungay, también hay varias alternativas convenientes para almorzar. Como San Miguel, donde por $ 4.500 puede probar un menú de cocina de mercado, es decir, hecha con ingredientes que se encuentran a diario en la Vega Central. Entre las opciones de fondo hay una merluza frita con salsa de palta y ají verde con puré; pasta casera, como una lasaña de espinaca con champiñón y salsa boloñesa; pollo al curry, y otros más jugados, como prietas con puré, salsa de pera y maní. Trae pan horneado a diario, sopa o ensalada y medio litro de jugo natural.
En el mismo barrio, el restaurante vegetariano Verde que te Quiero Verde destaca por su cocina a la vista y por su menú con dos opciones, vegetariano ($ 4.000) y otro que incluye carne, pescados o mariscos ($ 4.600). Si lo pide, algunos días se puede encontrar con fondos como una pasta casera al pesto o un pollo con chutney de mango, acompañada de un puré de papas, acompañado de un vaso de jugo natural hecho a la minuta, sin azúcar ni colorantes, pan de semillas de elaboración propia, buen pebre a la mesa y una sopa o ensalada.
Los exclusivos
Hace unos meses, en las torres de Carlos Antúnez abrió Antúnez Café Bistró, un lugar de linda decoración y donde puede probar un menú ($ 9.900) hecho con productos de temporada, en su mayoría orgánicos, y con técnicas de alta cocina. Son cuatro tiempos: appetizer, entrada, fondo y postre, más un vaso de té orgánico frío infusionado en casa. Los platos son abundantes, hechos para golosos, y con delicias como un estofado de res con fetuccinis artesanales, o reineta a la plancha con salsa de naranja y quinotto de queso parmesano.
Más hacia el oriente está una de las aperturas más comentadas del año pasado, 99 Restaurante. Luce una cocina a la vista, comandada por jóvenes chefs con experiencia en restaurantes que se pelean el puesto por el mejor del mundo, como el Noma, de Dinamarca, o El Celler de Can Roca, en España. Ahí, en la noche, el menú de seis y nueve tiempos, elaborado con productos de temporada, cuesta entre $ 20.000 y $ 26.000, sin contar el maridaje. Pero a la hora de almuerzo, el menú con dos opciones de entrante, dos de fondo y dos de postre se ofrece a $ 8.000.
De hecho, algunos de los platos son los mismos que encuentra en la noche, como la codorniz con un suave puré de camote. Ponga atención a los postres, que los hace el chef Gustavo Sáez, un talento en el rubro, que prepara una créme brulée perfecta o un eclair de chocolate de repetirse.
En el centro, en Bombero Ossa, un pasaje cerca del Paseo Ahumada, Salvador Cocina y Café es otro de esos que después del mediodía tiene filas junto a su fachada. Hágala, porque ya sentado en sus mesas sentirá que la espera valió la pena. El menú ($ 9.200), con ice tea, permite elegir entre cuatro opciones de entrantes y la misma cantidad de fondos. Prepárese para comer platos contundentes, como el solomillo de cerdo a la mostaza sobre estofado, lentejas con sofrito de pimentón y zapallo asado, más espinacas, crema ácida, tomate asado, y si quiere, ají escabechado. O las mollejas crocantes con salsa de naranja y un mix de hojas verdes. También incluye postre, pero no es el fuerte de aquí, así es que mejor pida el café.
En Antonio de Pastrana, una calle pequeña de Vitacura, está La Estación, un comedor luminoso y bien decorado, que se ha convertido en el favorito de muchos para almorzar. La razón es su menú ($ 7.500, con plato principal y jugo natural, y $ 8.900 completo), que tiene entradas como una sopa thai de carne o un mix de hojas verdes, dientes de dragón, zanahoria, pepino, menta, maní, champiñón; y fondos como una impagable lasaña boloñesa. ¿El postre que puede probar un día cualquiera? Cheescake de maracuyá con frutas de la estación.
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