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Pichidangui sabroso: lo que puedes probar

Sigue siendo esa playa con el encanto de pueblo. Pero ahora tiene una Costanera donde se pueden probar varios sabores a la vez. Por Jeannette Labrín Churros Alvarez Atendido por dos hermanos, los Churros Alvarez, un pequeño puesto que se instala en el Paseo de los Artesanos, cerca de la costanera, lleva 50 años friendo […]

Sigue siendo esa playa con el encanto de pueblo. Pero ahora tiene una Costanera donde se pueden probar varios sabores a la vez.

Por Jeannette Labrín

Churros Alvarez

Atendido por dos hermanos, los Churros Alvarez, un pequeño puesto que se instala en el Paseo de los Artesanos, cerca de la costanera, lleva 50 años friendo estas preparaciones, al paso que nadie perdona cuando se está en la playa. Hacen los típicos espolvoreados con azúcar flor (media docena $ 1.400, la docena $ 2.800) y también los rellenos con manjar ($ 600 cada uno).

Destacan lo blanco y limpio de su local y lo transparente del aceite en que fríen los churros, justo en el momento en que la gente se acerca a comprar. Como están en esa plaza, cada vez que hay algún espectáculo playero ahí, sirven de acompañamiento para la función.

Sobre ruedas

Por la Costanera también, hay un sector en el que ubica el mirador. Justo al frente hay dos nuevos carros de comida. Si sus ojos no los ven, su olfato le avisará: uno es el Papi Grill, con burritos de cerdo, pollo y mixto, o vegetariano ($ 2.900), ideal para aplacar el hambre del que sube de la playa.

Otro de los carritos del sector es El Remolino, con unos recomendables helados artesanales ($ 1.000 simple; $ 1.700 doble) y platos más contundentes como el banana split o brownie split, con dos sabores de helado, salsa de chocolate, caramelo o frambuesa y crema ($ 2.900). Se puede agregar $ 1.000 y sumarle un rico café latte.

Café Costanera

Frente a la Plaza de los Artesanos existe un café de reciente apertura y que huele siempre a grano recién molido y con unos helados de novedosos sabores, como el de pisco sour y el de café almendras, conocido como “gran duke”.

Lo mejor es ir de mañana y sentarse en la terraza a mirar el mar con un café en mano ($ 1.800) y una tarta de manzana -que ahí la sirven muy fresca ($ 1.500)- en la otra. Este pequeño espacio sirve también para esperar a los niños mientras practican kayak, sandboard o vóley-playa, que se juega los viernes, sábados y domingos de febrero entre las 4 PM y 7 PM.

Muelle contundente

Al muelle de Pichidangui se le puede sacar partido de dos formas: una es frente al carrito de Tribilín, el famoso puesto de empanadas fritas que se instala cada verano a venderlas rebosantes de queso, jugosas y hechas en el minuto ($ 2.000).

La otra es llegando directo al único local donde se venden buenos trozos de pescados y mariscos frescos. Lo mejor es llegar entre las 8.30 AM y 9 AM para encontrar reineta por $ 4.000 el kilo, merluza por $ 3.000 el kilo y mariscos como machas ($ 4.000 el kilo), que son de tan buen porte como las almejas ($ 2.500 el kilo).

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