El instante eterno, el emotivo documental sobre el enigmático fotógrafo Sergio Larraín
La cinta del director nacional Sebastián Moreno se estrenará este viernes 4 en la sala virtual de PuntoTicket. Aprovecha el fin de semana para verla y emocionarte con la historia de uno de los fotógrafos más reconocidos del país.
La soledad lo seguía a todos lados, explica el fotógrafo nacional Luis Poirot, en una de las escenas de El instante eterno, el documental sobre el imprescindible Sergio Larraín. Y su frase no es en vano, sino para entender la obra de este artista nacional fallecido en 2012 y considerado un referente de la fotgrafía.
Es el director Sebastián Moreno (el mismo de La ciudad de los fotógrafos y Habeas Corpus), quien se embarcó en este trabajo recopilatoria, en colaboración con la agencia Magnum en París, para poner a disposición la enigmática historia del primer latinoamericano en formar parte de esa prestigiosa agencia.
El largometraje -de cerca de 90 minutos y que se estrenará este viernes 4– recorre sus 80 años de vida, para mostrar que construyó su carrera a modo de “manifiesto”, dice el director. En ella “sugiere cosas, pero no las dice”.
Familia, dolores y trabajo en El instante eterno
A través de Puntoticket ($ 5.000), y durante el sábado 5 y domingo 6 de este mes, podrás darle play a esta cinta que, a través de entrevistas, va exhibiendo cuál era su forma de trabajar: una en la que logra cercanía y, a la vez, pasa inadvertido al momento de la captura.
Oscar Gatica, conocido como “fotógrafo callejero” y discípulo de Larraín, es quien explica en qué se fijaba, para lograr el encuadre que “rompió con el entonces criterio establecido”, a tal punto que logró colgar sus instantáneas en el Centre Pompidou en París, el Tate Modern en Londres, o el MoMA en New York.
Así, con cuidadas imágenes y una pulsión marcada por los registros de videos y fotos, sus hermanas, sobrinos, hija e hijo, van contando cómo este ser excepcional que se atrevió a retratar a la mafia italiana y puso acento en los niños que vivían en el río Mapocho, no logró encajar, necesariamente, con lo vertiginoso del sistema, y buscó encontrarse consigo mismo a través de la meditación oriental hasta su muerte en 2012, en la localidad de Tilahuén.
En ese lugar de la región de Coquimbo se dedicó pintar, meditar y escribir, pero no a lo que fue su pasión años antes. Esto, porque “la fotografía no sirve de nada. No cambia el mundo”, le dijo a Poirot en su último encuentro.
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