—¿Qué lugar, fuera de lo típico, hay que conocer en Rapa Nui?
“Voy a ser un poco autorreferente, pero hay que ir a la Escuela de Música y Artes Toki, donde estudian gratis casi 100 niños y protegemos las tradiciones de la isla. Creamos una ruta Toki, una especie de tour que cualquiera puede hacer para conocer la escuela y nuestra huerta agroecológica (Tahai, camino a la Cueva de las Dos Ventanas)”.
—Y el mejor restaurante de la isla…
“Un sitio muy lindo, por el lugar donde está emplazado —justo en Tahai y con vista a los moais— es Te Moai (en Tahai, cerca del Museo de Isla de Pascua). Ahí hay que ver el atardecer y probar sus pescados fresquísimos, sobre todo el atún”.
—En Santiago, ¿dónde ir a comer?
“Cerca de donde me quedo, en el centro, está lleno de restaurantes thai, indios y japoneses. En el Thai Express no me pierdo uno de mis platos favoritos: el “pad thai”, que ahí hacen con la dosis precisa de especias (Merced 483)”.
—Un disco de piano que todos deberían oír.
“Uno que acaba de salir: Prokofiev for two, del pianista armenio Sergei Babayan —quien fue mi profesor en EE.UU.—, junto a otra de las mejores pianistas del mundo, la argentina Martha Argerich. Soy fan de ambos y en él interpretan a dos pianos composiciones de Prokofiev. Belleza pura”.
—¿Algo de música popular?
“Todo lo de Silvio Rodríguez. Me gustan sus letras, sus armonías, el timbre de su voz. Ojo también con mi marido, Enrique Icka. Hace música preciosa, con letras muy profundas sobre cuidar el planeta”.