Si hay algo que no tranza una niña y niño, es su tiempo para jugar… Momento en el día en que barbies, legos, figuras de superhéroes, set de animales, autos tipo hot wheels y otros juguetes son parte de las historias y diálogos que inventan y que dan cuenta del mundo interior infantil.
Lo cierto, es que el acto de jugar no solo divierte y alegra a nuestras hijas(os), sino que también desarrolla su imaginación, potencia sus habilidades sociales y les permite expresar sus emociones. Así lo demostró un estudio realizado por el Centro de Ciencias del Desarrollo Humano de la Universidad de Cardiff, el que reveló que jugar con muñecas activa regiones del cerebro que permiten que las niñas (os) desarrollen empatía y habilidades de procesamiento de información social, incluso cuando juegan solas (os). La investigación también concluyó que las muñecas animan a las niñas (os) a crear sus propios pequeños mundos imaginarios, a pensar en otras personas y en cómo podrían interactuar entre ellos.
“El juego, en general, ayuda al desarrollo de capacidades cognitivas, sociales, emocionales y del habla de las niñas y niños”, señala Sebastián Barrera, psicólogo de Psyalive.com, que explica que jugar les genera un entorno seguro donde pueden aprender a insertarse en él y en la sociedad a través de situaciones simuladas en las que podrán resolver problemas cotidianos, relacionarse y compartir con los demás, establecer filtros en su conducta, entre otras cosas.
Para la psicóloga Magdalena Calvo el juego es la actividad natural de niños y niñas y su lenguaje por excelencia. “Está presente en todas sus etapas del desarrollo y va evolucionando a medida que van creciendo: juego sensorial, juego simbólico, juego de roles y juego de reglas. La comunicación intra e interpersonal, la expresión y elaboración de experiencias cotidianas, el desarrollo de habilidades físicas, la creatividad, las competencias cognitivas, se construyen jugando”.
El tiempo que se merece
Pese a todos los beneficios que tiene jugar, a lo largo de los años las niñas (os) tienen cada vez menos tiempo para hacerlo. Esto porque los horarios escolares son extenuantes y porque los espacios públicos ya no son tan seguros. Un tema que en 2015 investigó Hartmut Wedekind, director científico del Centro de Investigación Infantil Helleum de la Universidad Alice Salomón (Alemania), quien manifestó en su oportunidad que los niños chilenos juegan seis mil horas menos de lo recomendado (15 mil horas).
Al respecto, Calvo señala que jugar es un derecho que está en la Convención de Los Derechos del Niño, y que, por lo mismo, debemos actuar como garantes para que cada niño y niña pueda ejercerlo. “Más que definir qué juego específico, lo importante es facilitar un contexto físico y relacional, donde jugar sea posible. Si bien, el juego en un niño/a sano/ fluye espontáneamente, es sabido, desde la teoría del apego, que un niño en situación de estrés tenderá a presentar más conductas de apego que exploratorias. Es decir, la exploración (acción básica para jugar) se despliega cuando los niños se sienten seguros. Sobre el espacio físico, contribuye un lugar medianamente organizado, donde se sepa dónde está cada cosa”.
Para los expertos lo ideal es que las niñas (os) realicen actividades donde puedan conectarse con el mundo real a través del movimiento, que puedan conocer lo que hay afuera y a lo que se pueden enfrentar en escenarios relativamente controlados, para darles espacio también a la experimentación. “Siempre es bueno generar un mix entre actividades con harto movimiento, así como también aquellos que implican el desarrollo de la lectura, la escritura y las habilidades artísticas, y limitar el uso de aparatos electrónicos para no generar un hábito que sea difícil de cambiar más adelante”, señala Barrera.
¿Adictos a la tecnología?
Si las niñas (os) prefieren el celular, la televisión y los videojuegos, entonces es momento de ponerles atención. Así lo sostiene Barrera, quien sostiene que una buena alternativa es alejarlos de aquellos juegos electrónicos que limitan el movimiento, el desarrollo de habilidades sociales y que no ayudan a manejar la tolerancia a la frustración. “Hoy existen más alternativas en donde la tecnología nos ofrece mayor movimiento y colaboración como, por ejemplo, los videojuegos de baile o de deportes; y también son una buena alternativa los que apuntan al desarrollo cognitivo como los sudokus, memorice y otros”.
Para Calvo los juegos electrónicos no aportan la riqueza de un juego espontáneo. “Puede afectar negativamente la concentración, y redundar en sedentarismo y poco espacio de ocio, fundamental para que emerja el juego espontáneo. También puede generar conductas adictivas. Si lo usa, es bueno normar momentos y duración”.