Ya se sabe que en materia de bullying escolar todo sirve como razón para mortificar a los más débiles: te pueden molestar por flaco, gordo, negro, narigón, feo, bonito, amanerado y un largo etcétera. En el caso de la película de Netflix A Mi Altura (Tall Girl), la víctima de acoso es una chica muy alta a la que le llueven las bromas e insultos por ese simple hecho.
El filme nos recuerda que el colegio es a veces un lugar cruel, a pesar de que a muchos pueda parecerles que la cinta exagera y que a una niña blanca, bonita y alta esto no debería pasarle.
Pero ocurre, sobre todo hoy, en entornos llenos de falsedad que se alimentan de las apariencias, de lo que se tiene (y no de los que se es), y de los juicios y likes de los demás.
A Mi Altura ofrece una historia lo suficientemente entretenida como para darle una oportunidad a sus 100 minutos de duración. Los personajes no son tan estereotipados como en otras ocasiones y los protagonistas tienen un encanto especial que conmueve y los hace creíbles, a pesar de que el relato es archi repetido.
Una historia ya vista
Jodi (Ava Michelle) es una chica linda, simpática e inteligente, pero mide 1,85 metros, lo que la hace el blanco de los fastidiosos de siempre. Todo eso la hace insegura y, por lo tanto, no se atreve a salir con nadie que sea más bajo que ella. Eso, a pesar de que su mejor y bajito amigo está enamorado de ella (un interesante Griffin Gluck).
La protagonista, en cambio, se fija que un chico que sí es alto y guapo (Luke Eisner), pero que aparte de eso, poco más tiene que ofrecerle, preocupado de ser popular y encantar falsamente al resto por ser un alumno recién llegado desde el extranjero.
Una película sencilla, dirigida por Nzingha Stewart, que logra conmover, filmada además en una de las ciudades más lindas de Estados Unidos (Nueva Orleans). En todo caso, éste no será el gran estreno de Netflix para este año, ni pretende serlo.