Con su publicación en los años 90, la novela Tres metros sobre el cielo inició su camino como fenómeno literario que, tras conquistar a los lectores más jóvenes, saltó al cine en dos ocasiones para ahora llegar a Netflix bajo el extenso título de A tres metros sobre el cielo: la serie.
Una apuesta de ocho capítulos que revive el romance que inicialmente Babi y Step, como se llamaban sus protagonistas en el libro y la cinta italiana de 2004, protagonizaron en las calles de Roma, a pesar de sus distintos orígenes sociales y estilos de vida.
Ahora, tras el taquillero filme español con Babi y el rebautizado Hache en Barcelona -que en 2010 convirtió en estrella a Mario Casas-, el relato se traslada a la soleada costa adriática, cuando comienza una nueva etapa estival.
Es en una de las ciudades costeras de Italia que se conoce a Summer (Coco Rebecca Edogamhe), quien a pesar de su nombre -verano en inglés- odia esta época del año. Sin embargo, los meses siguientes serán muy diferentes a lo que ella esperaba.
Siempre en compañía de sus amigos Sofi (Amanda Campana) y Edo (Giovanni Maini) vive los últimos días de ese año de secundaria, a la que también asiste su hermana menor Blue (Alice Ann Edogamhe), y se prepara para conseguir su primer trabajo en un hotel local.
Pero a sus 17 años, Summer también experimentará una extraña atracción por Ale (Ludovico Tersigni), un enigmático veinteañero que corre profesionalmente en moto -en la denominada categoría Moto3-, pero que se alejó de las pistas tras un accidente.
Una versión remozada y cautivadora
Así hoy, a casi tres décadas del humilde lanzamiento de la primera novela de Federico Moccia, los jóvenes amantes están de vuelta. Y lo hacen no solo con nombres nuevos, sino que en versiones diferentes y más acordes a los tiempos en que se desarrolla su romance.
Ahora ella es una estudiosa chica afro-italiana de clase media, que sufre por la ausencia de su padre -un trompetista-, pero mantiene intactos su ingenuidad y sentido de corrección. Por su parte, Ale es de una familia acomodada y tiene una tensa relación con su papá.
A esto se suman variaciones en secundarios claves en la novela y las anteriores versiones para la pantalla de Tres metros sobre el cielo. Ahora la mejor amiga de la protagonista es lesbiana y se transforma en aliada de Dario (Andrea Lattanzi), a su vez mejor amigo de Ale.
Sin embargo, la esencia de este idilio juvenil está intacto, como también están ahí los problemas que generan crecer y tomar buenas decisiones ante lo que se quiere de la vida. Al igual que las vivencias y conflictos de los familiares y amigos de la pareja protagonista.
Y es precisamente en la reformulada y más luminosa forma en que se retoma la historia de estos jóvenes, como también en dar mayor importancia a quienes complementan sus vidas, donde radica el diferenciador encanto de A tres metros sobre el cielo: la serie.
Además, a lo largo de sus episodios también se experimenta una añoranza por los días de verano -más ahora que se está en cuarenta ad portas del invierno- y los amigos y amores que alguna vez se tuvieron en los meses de vacaciones.
Punto donde es clave la brillante y colorida ambientación de sus escenas, la mayor parte en exteriores, y una muy buena banda sonora, que incluye nuevas y viejas canciones italianas -como Estate, de Bruno Martino-, junto a hits anglo de los 80.