Tarantino, Welles y Truffaut son directores que llegaron por la puerta ancha al cine gracias a inmejorables óperas primas. Al igual que la escocesa Charlotte Wells con su inolvidable Aftersun.
La película que llegó a Mubi y fue parte de las listas con lo mejor del 2022, luego de conquistar tanto al público y a la crítica con una realización al parecer simple, pero que tiene múltiples capas.
Que transitan por el calor y la nostalgia de un verano de infancia, el salto de la niñez a la adolescencia y las pequeñas grandes complicaciones de la paternidad, además de un drama silente.
Lo que Wells, quien hasta el momento solo había dado vida a cortos como Tuesday, realiza de forma natural, sin mayores estridencias ni traumas, pero con sutiles señales de algo que no está bien.
Algo que claramente afecta a Calum (Paul Mescal) mientras pasa unos días de vacaciones junto a su hija de 11 años Sophie (Frankie Corio), en un resort de no muchas estrellas de la costa turca.
Donde muchas veces lo confunden por el hermano mayor de la niña, ya que en unos días solo cumplirá 31 años y su actitud es casi siempre jovial ante el mundo, aunque su interior sea taciturno.
El verano con mi padre
Algo de pesadez en su espíritu que combate con tai-chi, meditación y planes para el futuro, que incluyen una habitación para Sophie en el departamento que espera tener en Londres si todo va bien.
Pero por ahora, en ese verano de los 90, él disfruta del sol, helados, baños y juegos en la piscina junto a su hija, de cuya madre se separó hace mucho, mientras ella descubre cosas nuevas.
Las que son parte de su inminente paso a la adolescencia y la madurez en ciernes que le hace intuir que algo sucede con su padre. Aquello que hizo que en el futuro ella solo lo vea en sueños.
Como lo muestran las disruptivas escenas donde una ya treintañera Sophie observa a Calum bailando en medio de luces estroboscópicas, en un onírico reencuentro con el pasado.
Una figura paterna indeleble en las imágenes grabadas con una videocámara, pero que en la trama, por momentos, se desvanece a través de un ventanal o en la oscuridad de la playa.
En el juego visual, más que con palabras o diálogos innecesarios, que Wells realiza sobre lo que vendrá, mientras dibuja unos de los relatos fílmicos más nostálgicos y conmovedores que dejó el 2022.