Amor en Obras endulza Netflix con romance y una postal de Nueva Zelanda
Una comedia liviana con romance y bonitos paisajes de Nueva Zelanda. Esa es la sencilla promesa, cumplida, de Amor en Obras, cinta de Netflix protagonizada por la actriz y cantante Christina Milian.
Las comedias románticas son una de las especialidades de Netflix y por eso llega a sus pantallas otra, Amor en Obras (Falling Inn Love, en su título original en inglés), una película de esas bien livianitas que no caen mal, pero que pueden resultar muy poco para los que esperan algo más.
Pero si lo tuyo son los cuentos de hadas para adultos, con poca rudeza y bastante azúcar, te gustará esta historia de amor simple, correctamente construida y escenificada, que invita a disfrutar cada paso —predecibles, por cierto— del relato.
La película, dirigida por Roger Kumble (el mismo de Juegos Sexuales, el hit de fines de los 90 protagonizado por Reese Whiterspoon), sigue los pasos de Gabriela (la también cantante Christina Milian), una profesional de San Francisco (EE.UU.) que la misma semana rompe con su novio y queda sin trabajo.
Algo desesperanzada, en la web encuentra una oferta para hacerse cargo de un —en apariencias— precioso hostal en medio del campo neozelandés, chance que decide aprovechar.
Una vez allá se da cuenta de que la casona requiere una completa refacción, labor en que encuentra la ayuda de un guapo galán local (Adam Damos) que también tiene el corazón roto.
Ambos irán reconstruyendo la posada y armando un romance que, de todas maneras, no se da nada de fácil y tiene sus obstáculos.
Si estás buscando ligereza y simpatía en Netflix, agarra un paquete de palomitas y un sillón cómodo, y siéntate a ver Amor en Obras, una cinta tan amable que ni siquiera tiene villanos de verdad.
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