Esta es la tercera vez que Netflix estrena una serie de factura italiana y como nunca Baby ha resultado polémica.
La historia, dividida en seis capítulos de más o menos 45 minutos cada uno, se basa en un caso de la vida real llamado Baby Squillo (anillo de jovencitas), un escándalo de prostitución infantil que estremeció a Roma hace un par de años.
Decenas de empresarios, policías y políticos se vieron involucrados en este suceso que Netflix decidió tomar, siendo acusada la plataforma de streaming de glorificar la prostitución de menores.
Los protagonistas son un grupo de jovencitos —en particular dos chicas— que viven en un barrio acomodado y asisten a un colegio de élite.
En la búsqueda propia de los adolescentes por encontrar su identidad e independencia, ellas deciden enfrentarse a la sociedad y bucear entre amores prohibidos y secretos varios.
Las protagonistas de la serie son Benedetta Porcaroli y Alice Pagani, quienes interpretan a Chiara y Ludovica, respectivamente. Dos adolescentes audaces e inconformistas que de día van a clases y, de noche, coquetean con la prostitución y las drogas, involucrándose con empresarios y políticos para pagar sus caros gustos.
Ambas actrices ya se han transformado en celebridades en Italia y su sólido desempeño actoral aquí les augura un buen futuro en películas y series por venir.
El dios de las redes sociales
Pero en Baby hay otro gran protagonista: las redes sociales.
Mucho de lo que sucede en la serie lo vamos conociendo a través de las interacciones de los personajes centrales en Instagram, así como también sabemos lo que piensan y hablan por medio de sus conversaciones de chat.
Las redes sociales están ahí en todo momento, omnipresentes, como una especie de nuevo dios.
La música es otro elemento llamativo de la serie, música millennial con el trap como gran aliado. Con el tema central de la producción se anotaron un gran punto: la espléndida versión de Girls just wanna have fun —el clásico de Cindy Lauper— que hizo Chromatics, la gran banda estadounidense.