Por Regencia se conoce al periodo comprendido entre 1811 y 1820, cuando Jorge IV reemplazó en el trono a su padre, el rey Jorge III. Misma etapa reflejada en las novelas de Jane Austen, como en sus versiones para la pantalla, y que hoy revive en Bridgerton.
La nueva serie de Netflix, y la primera para la plataforma con guión original de Shondalan, la productora de Shonda Rhimes (Grey’s anatomy), que se inspira en las novelas de Julia Quinn centradas en los hermanos Bridgerton y sus avatares amorosos en la Inglaterra de inicios del siglo XIX.
Así, con su libro El duque y yo como base, debuta una historia, dividida en ocho capítulos, que tiene como escenario la ciudad de Londres de 1813, cuando la llegada de la primavera marca también el inicio de una agitada temporada social para su aristocracia.
Entre ellos la familia de Lord y Lady Featherington (Ben Miller y Polly Walker), y la de la viuda del vizconde Bridgerton, Lady Violet (Ruth Gemmell), que la conforman sus ocho hijos, cuatro chicas y cuatro muchachos, a quienes nombraron por orden alfabético.
Una de ellos es Daphne (Phoebe Dynevor), quien se prepara para, junto a las otras debutantes londinenses, desfilar ante la reina Charlotte (Golda Rosheuvel) y obtener su aprobación. Una cita clave hasta donde llega acompañada por su madre y hermanos.
El diamante de primavera
Luego del deslucido paso ante la soberana de las hermanas Featherington -Philipa (Harriet Cains), Prudence (Bessie Carter) y Penelope (Nicola Coughlan)-, le toca el turno a Daphne, quien llama favorablemente su atención y logra que la consideren el “diamante de primavera”.
Una denominación que pronto se destaca en los Documentos de Sociedad de Lady Whistledown, publicación que detalla cada una de las novedades de la agitada temporada social y cuya autora es una misteriosa mujer que también es la narradora del espacio.
Ahora, todo lo que le queda a la muchacha es también brillar en los bailes donde las jovencitas de la alta sociedad conocen a los solteros entre los que estaría su potencial esposo. Y cuya primera cita es el encuentro organizado por Lady Danbury (Adjoa Andoh).
Y mientras Daphne sueña con encontrar a su futuro marido, llega a la ciudad Simon Basset (Regé-Jean Page), o el duque de Hastings, un codiciado soltero con fama de libertino, que además es amigo del mayor de los hermanos Bridgerton, Anthony (Jonathan Bailey).
Pero esta no es la única coincidencia, ya que el duque es además protegido de Lady Danbury y se ve en la obligación de asistir a su baile. Velada donde debe evitar el acoso de las madres con hijas casamenteras y además conoce a Daphne.
Más allá de un simple romance
Un imprevisto encuentro que pondrá la primera piedra en una sociedad de la que ambos sacarán provecho. Esto porque al ser vista junto al duque, ella atraerá la atención de los solteros, y él, en tanto, podrá evadir a las muchachas en busca de un buen partido.
El mismo trato que, como en toda buena serie romántica se espera, derivará en amistad y luego en un sentimiento más profundo. Uno que deberá combatir las convenciones sociales de ese periodo y a una promesa que Simon hizo a su moribundo padre.
Pero Bridgerton se atreve a ir más allá de un simple romance de época, ya que explora en los desafíos que las mujeres enfrentaban -y todavía lo hacen-, dándole voz a sentimientos y fantasías que por esos años se reprimían, pero que en la ficción encuentran salida.
Todo en medio de una acabada representación de las palaciegas casas y salones por donde se movían los nobles británicos del siglo XIX, además de bellos exteriores, que demuestran lo que Netflix invirtió en su primera serie original junto a Shondaland.
La que apuesta por la creatividad en su guión y también en su ecléctica música, colorido vestuario y multiracial elenco; alejándose de lo que se conocía de la Regencia por la pluma de Austen y transformándose en el mejor regalo del servicio de streaming en esta Navidad.