Siendo solo un adolescente, James Garland Quintel sabía que el dibujo y la animación estarían en su futuro profesional. Días en los que ya daba vida a los cortos que años después serían la base de creaciones del californiano, como Close enough.
El segundo título bajo la firma de J.G. Quintel, como mejor se le conoce al animador, guionista y realizador de 37 años, que viene a reafirmar su estilo único de humor y trazo en la historia de un matrimonio que enfrenta la paternidad con no muchos recursos.
Y si en Un show más, de Cartoon Network, el mapache Rigby y el pájaro azul Mordecai se negaban a enfrentar la madurez, en Close enough la pareja de Emily Ramirez y Josh Singleton se ven obligados a ser unos padres adultos y responsables.
Aunque, como se ve a lo largo de los ocho capítulos que componen la primera temporada de la serie, esto no es muy fácil. Principalmente porque para enviar a su hija Candice a un buen jardín infantil, deben vivir en un barrio más caro que lo que ellos pueden costear.
Esto los obliga a dejar de lado la verdadera independencia como familia y a compartir departamento con los divorciados Alex y Kimiko, quienes son coincidentemente el mejor amigo desde la infancia de Josh y la amiga y compañera de dúo musical de Emily.
Desafíos paternales
Pero, a pesar de la amistad, son más cosas las que los separan que los que los unen en la actualidad. Entre ellas el hecho de que mientras Kimiko y Alex todavía pueden salir de noche a divertirse, Emily y Josh deben cuidar a Candice.
Esto pone a la pareja protagónica por un camino de desafíos, donde no pocas veces les cuesta superar el hecho de que ya no son los veinteañeros de hace unos años. En especial Josh, quien se aferra a su yo de antes, ese que amaba los videojuegos y las bromas.
Pero además él quiere ser un padre “modelo”, como cuando decide enseñarle a Candice a andar en patineta. Sin embargo, su habilidad deportiva está un poco oxidada y termina viendo de lejos, y con rabia, cómo un joven y paternal skater le enseña a su hija preescolar.
Por su parte, Emily trata de compatibilizar su demandante trabajo en una empresa de alimentos con sus obligaciones como mamá, enfrentando, por ejemplo, el dilema de encajar entre las madres del jardín infantil de su hija, tratando de congeniar con las más populares.
A lo que también se suman los problemas de quienes los rodean: sus amigos y su casera Pearle. Así se puede ver a Alex tratando de ser un profesor más entretenido para sus alumnos, o a Kimiko ya no recibiendo la ayuda económica de sus padres.
Problemas “reales” y algo de fantasía
Y aunque el eje de las aventuras de Close enough está orientado a los desafíos como padres y pareja de sus protagonistas, el trabajo de Quintel conserva aquí bastante de la fantasía y extrañas situaciones que hicieron famoso a su Un show más.
No en la cantidad de bizarros seres y hechos que Mordecai y Rigby enfrentaban un su mundo antropomórfico; pero que en un capítulo hacen que Emily, Josh y Alex visiten un club nocturno donde mueren los mayores de 30, en un guiño a la película Escape en el siglo 23.
Una serie de vivencias que se distribuyen en dos relatos diferentes en cada emisión, a excepción de la octava con una sola historia, donde se muestran con humor y un incesante ritmo los desafíos de sus personajes, bajo la singular mirada de su creador.
Lo que convierte a esta apuesta por la animación para adultos de Quintel en una bienvenida adición al catálogo de Netflix -que originalmente fue hecha por Cartoon Network para la plataforma de HBO Max-, que disfrutarán los seguidores de Un show más.
También todos los que enfrentan o han enfrentado el desafío de ser matrimonio y padres con poco dinero ni mucho tiempo como pareja, añorando los días en que eran jóvenes y pensaban que el mundo sería más fácil de conquistar.