Código 8: renegados (parte II), la eficaz secuela de Netflix que duplica los peligros y la tensión
Los primos Robbie y Stephen Amell retornan en la segunda película ambientada en un mundo con personas con poderes sobrehumanos, donde Connor y Garrett, sus personajes, encaran a un policía corrupto.
Se tomó su tiempo, pero finalmente Código 8: renegados (parte II), la secuela de uno de los éxitos fílmicos del streaming a fines de 2023, llegó a Netflix.
Esto para mostrar más sobre los personajes que son parte de un mundo donde las personas normales conviven con otras con dotes sobrehumanas.
A las que llaman Poderes y en la cinta original eran vigiladas por la policía de Lincoln City, tras la Segunda Revolución Industrial.
Cuando tras ser reemplazadas en sus trabajos por máquinas, se vieron obligadas a buscar otra forma de sobrevivir, no siempre de la forma adecuada.
Así, en la película de hace unos años, algunos Poderes con menos moral producían y traficaban Psyke, una droga obtenida del líquido cefalorraquídeo de sus pares.
Connor y Garrett están de vuelta
El escenario por donde se movían Connor Reed (Robbie Amell), un veinteañero con poderes eléctricos, y Garrett Kelton (Stephen Amell), un criminal de poderes telequinéticos.
Los mismos que retornan en una cinta que apuesta otra vez por la mezcla que conquistó a los espectadores hace un tiempo: acción, suspenso y ciencia ficción.
Cuya trama se ubica cinco años después de que salió mal el atraco en que participaron Garrett y Connor, y este último perdió a su madre y se entregó a la policía.
Cuando ya lleva seis meses de libertad y trabaja aseando un centro comunitario, mientras Garrett es uno de los capos del tráfico de Psyke en Lincoln.
Una actividad que él y su banda realizan tranquilamente, gracias al soborno que periódicamente le entregan al corrupto sargento de la policía Kingston (Alex Mallari Jr.).
Pavani recibe la ayuda de Connor
El mismo dinero que decide robar Tarak (Sammy Azero), traficante menor de Garrett, siendo eliminado por uno de los perros policiales robóticos.
Los que no serían letales, pero inyectan droga para provocar una sobredosis a sus víctimas, como lo descubre la hermana de Tarak, Pavani (Sirena Gulamgaus).
La que también posee poderes -controla dispositivos electrónicos- y debe escapar, buscando refugio donde labora Connor, transformándose en su protegida, como era de esperar.
Así, comienza su aventura para mantenerse lejos de los policías deshonestos, donde será clave Garrett, quien está siempre en el límite de ser un villano o un salvador.
Todo en medio de una tensión sin fin, buenos efectos especiales y la química entre los primos Amell, que hace de esta una secuela eficaz y entretenida.
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