El nombre de Paul Schäfer y su “sociedad benefactora” marcan un sombrío pasaje de la historia reciente de nuestro país. Los mismos que ahora reviven en la nueva y completa docuserie original de Netflix titulada Colonia Dignidad: una secta alemana en Chile.
Un espacio compuesto por seis capítulos y hecho por la productora germana Looks Medienproduktionen, que sigue los pasos de otras realizaciones audiovisuales, como la serie Dignidad, la película Colonia y el documental Cantos de represión.
Y que con el último de estos títulos comparte el hecho de que varios de los protagonistas del relato son los mismos colonos que vivieron junto a Schäfer y sufrieron de su mano dura y sus abusos. Como el chileno que se transforma en narrador de la serie: Salo Luna.
Quien fue parte de las decenas de niños del sector de Ñuble que pasaron a ser parte del enclave y en 1997 hizo noticia al escapar del lugar en compañía de Tobias Müller, y ahora se transforma en entrevistado y al mismo tiempo la voz que va guiando la narración.
La cual se inicia con el episodio llamado La misión, donde se hace una introducción a la figura del líder alemán y su grupo, seguidores que afirmaban ante la prensa de años atrás que él “no es capaz de ninguna maldad”, con su acento germano y lágrimas en los ojos.
La llegada de los colonos a alemanes
Luego, por medio de filmaciones, además de grabaciones de voz, que el mismo Schäfer acumuló a lo largo de los años, el espectador accede a su historia. Desde que vivía en Alemania y se hizo de un nombre como evangelizador y consejero de jóvenes.
Un rol que, como lo recuerdan hoy Brigitte Back y Kurt Schnellenkamp -jefe económico de la colonia-, lo llevó a congregar a su alrededor a quienes creían en su palabra y en la misión de ayudar a los niños. Y luego fueron parte de su hogar juvenil en la ciudad de Heide.
Pero en las sombras, esos pequeños se convirtieron en víctimas del evangelizador. El cual se fue en una viaje por Italia y Medio Oriente para aplacar los rumores de pederastia. Algo que no ocurrió y, tras denuncias de abuso, hicieron que un juez ordenara su detención.
Ante esto Schäfer huyó a Chile, ya que tenía buenas relaciones con el embajador chileno en Alemania. Aquí recibió las 3.000 hectáreas del fundo El Lavadero, en Ñuble, al que llegó con un grupo de avanzada para preparar el terreno de su sociedad benefactora.
Era 1961 y comenzaba a escribirse la oscura trayectoria de Colonia Dignidad, a la que más tarde se sumaron todos los adherentes que el predicador dejó en Europa, los que se convirtieron en constructores de las diferentes edificaciones que los albergaban.
La estrategia de Schäfer
Las mismas que, como lo van revelando los siguientes capítulos del documental, fueron escenarios de graves situaciones orquestadas por Schäfer. Como la separación de las familias, el abuso del líder a los niños y su total repudio a las niñas, “pecadoras” en esencia.
Algo que todavía recuerda una de ellas, junto a crueles situaciones como tener que dormir de espaldas y sin moverse, a riesgo de ser golpeadas en el baño, o tener que ir a trabajar al campo con solo un poco de agua y un pedazo de pan para todo el día.
A lo que se suma su total vigilancia a quienes mostraran un rasgo de disidencia, como lo experimentó duramente Wolfgang Kneese, quien tras dos intentos se fugó del lugar. Al mismo tiempo que se instalaba un hospital para lograr el total apoyo de los lugareños.
Pero hay otro paso clave en la estrategia de Schäfer para mantener su poder e inmunidad: afianzar su amistad con Augusto Pinochet y su régimen, haciendo de la colonia un centro de tortura. Mientras abusaba de forma reiterada de los jovencitos de su propia comunidad.
Parte de las complejas y escalofriantes revelaciones que componen la docuserie, que, sumadas a la gran cantidad de material de archivo y entrevistas, convierten a Colonia Dignidad: una secta alemana en Chile en una de las más completas crónicas en torno al aterrador enclave germano liderado por Paul Schäfer.