Aunque gran parte de su carrera la ha centrado en la realización de series como Mr. Robot, Sam Esmail también suma a su currículo películas como Dejar el mundo atrás.
Su segundo título como director y guionista de largometrajes, después de Comet (2014), donde ofrece su mirada a la novela Leave the world behind, de Rumaan Alam.
El cual, como un original de Netflix, muestra la historia de un matrimonio y sus hijos cuando arriendan una casa para un fin de semana de descanso, lejos del bullicio de Nueva York.
Una mirada inquietante al apocalipsis que se asoma en las vidas de la pareja y los desconocidos que llegan de manera imprevista, donde la tensión se apodera de cada plano.
Lo que sume a los personajes en una trama que perturba y revela más de lo que hacen las páginas del libro original, pero ofrece una aceptable mirada a la esencia de su relato.
Para lo que son esenciales las actuaciones de su elenco, en especial las de Mahershala Ali (Green Book) y Julia Roberts, quien ya había trabajado con Esmail en la serie Homecoming.
Un descanso que se torna pesadilla
Para ahora reunirse como actriz y director en una narración de un poco más de dos horas que se inicia en un barrio neoyorquino, en el luminoso departamento de los Sandford.
Donde viven la ejecutiva publicitaria Amanda y su marido, el docente universitario Clay, (Ethan Hawke), junto a sus hijos Archie (Charlie Evans) y Rose (Farrah Mackenzie).
El mismo que dejarán por un fin de semana, después de que arriendan vía Airbnb una casa en Long Island que era promocionada como el sitio perfecto para “dejar el mundo atrás”.
Una frase promocional que más bien será “el mundo quedará atrás (y desaparecerá)”, luego de que extraños sucesos comienzan a ocurrir a su alrededor tras instalarse en el lugar.
Partiendo por una aterradora experiencia en una playa cercana, para continuar con la llegada a la propiedad que arrendaron de G.H. (Mahershala Ali) y su hija Ruth (Myha’la).
Quienes se presentan como los dueños de la hermosa casa y les cuentan que decidieron ir después de que se cortaran la energía y las comunicaciones en la gran ciudad.
Lo que pone a la misántropa Amanda a la defensiva y genera una tensa situación, que mezclará racismo, impotencia y sobrevivencia, mientras colapsa todo a su alrededor.