Desplazados: el drama de los migrantes bajo la mirada de Cate Blanchett
La actriz australiana es la creadora de esta miniserie que, a través de seis capítulos, muestra las historias de lucha y represión que se viven en un centro de detención de refugiados.
En los últimos meses, la pandemia, y sus trágicas consecuencias, han eclipsado otros conflictos que desde hace años afectan al planeta. Entre ellos el drama de los refugiados, una crisis que inspiró a Cate Blanchett para dar vida a la miniserie de Netflix Desplazados.
Un trabajo que realizó en compañía de Tony Ayres y Elise McCredie, y que conformó un relato dividido en seis episodios -de los que además Blanchett es productora y donde encarna un rol secundario-, cuya trama se sitúa en un aislado territorio de su natal Australia.
Es en Barton donde su ubica un centro de detención de inmigrantes ilegales, en el que a inicios del 2000 convergen cuatro personajes que son el eje de la serie. Y cuyas historias van más allá de la búsqueda de asilo, reflejando además el ser apartado de la sociedad.
La primera de ellos es Sofie (Yvonne Strahovski), una auxiliar de vuelo australiana que en los segundos iniciales del primer capítulo corre por el desierto. Pero ella no es la única a la que se conoce en esa emisión; también están Cam (Jai Courtney) y Ameer (Faysaal Bazzi).
Este último es un afgano que junto a su esposa e hijas llegó hasta Indonesia con la ilusión de ahí tomar un barco que los llevara a Australia. Y el primero, un mecánico de Canberra que acepta trabajar en el centro de detención como guardia para tener mayores ingresos.
En es esa labor que Cam cruza primero su camino con Sofie, quien llegó a esta especie de prisión tras sufrir una traumática experiencia -afirmando ser una alemana para ser deportada-, y luego con Ameer, quien debió separarse de su familia.
Recluidos versus un sistema opresor
Pero todavía falta la cuarta pieza de esta historia: Clare (Asher Keddie), la representante de la oficina de inmigración nacional que llega al centro con la intención de evitar cualquier conflicto, que pueda agravar la imagen que su labor de control genera en la opinión pública.
Así, con dos de los detenidos -Sofie y su deseo de viajar a Alemania, y Ameer solicitando asilo político-, y dos de los encargados de su contención -Cam y Clare-, Desplazados va dibujando un dramático contrapunto entre las realidades de sus protagonistas.
Por un lado el represor sistema burocrático que por esos años detentaba Australia en materia de migración -que cerró varios centros en 2013, pero mantiene algunos-, y, por el otro, las experiencias de quienes deben permanecer hasta por años en sus dependencias.
Con calma el relato va exponiendo los detalles de cómo el sistema, a través de la figura de Clare, va manejando los conflictos que la represión provoca en quienes deben permanecer bajo su custodia; mientras la prensa aboga por un mejor trato y la obtención de visas.
De la misma forma, pausadamente -pero con el talento de sus guionistas para mantener la atención del espectador-, la miniserie va reconstruyendo los traumas de Sofie, como también los graves hechos que vivió Ameer para dejar su suelo natal.
Las piezas centrales de un puzzle con muchos otros fragmentos, que contrapone la moralidad de los individuos con lo que un gobierno decide que es lo adecuado; haciendo de Desplazados una serie valiente y actual, necesaria para exponer un conflicto aún muy presente.
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