Dirty John: Betty Broderick, la serie antológica regresa a Netflix con un crimen gatillado por un conflictivo divorcio
Amanda Peet y Christian Slater protagonizan la segunda temporada esta serie inspirada en casos reales, que muestra cómo un quiebre matrimonial provocó una tragedia.
En 2017, los seis capítulos del podcast Dirty John, del periodista Christopher Goffard, se convirtieron en unos de los más escuchados por los estadounidenses -con 10 millones de descargas-, al revivir el caso real de John Meehan, que combinó crimen y seducción.
Un éxito de audiencia que pronto convirtió a la historia de Meehan en la homónima serie Dirty John, donde Eric Bana y Connie Britton fueron John y la engañada Debra Newell. Un espacio antológico que este viernes retorna a Netflix con su segundo ciclo subtitulado Betty Broderick.
En éste, la acción nuevamente tiene como base un podcast y se sitúa en California, pero en la década de los 80, cuando la mencionada Betty Ann Broderick (Amanda Peet) fue víctima y también victimaria en una trama donde lo criminal otra vez se unió a lo amoroso.
Su relato se inicia cuando la acomodada dueña de casa se deja llevar por la impotencia de ver cómo su marido, el prominente abogado de San Diego Daniel T. Broderick (Christian Slater), manejó su divorcio para quedar como el menos afectado.
Una situación bastante injusta para Betty que la empuja no sólo a chocar su camioneta contra la puerta de la nueva casa de Dan, sino que más tarde la hará protagonizar una escalada de graves enfrentamientos que terminarán con ella en la cárcel.
El impensado final para una relación que se inició en la década de los 60, como una bella historia de amor juvenil, cuando ella estudiaba para ser profesora y él asistía a la facultad de medicina de la Universidad de Cornell.
Un romance con fatal desenlace
Luego, a lo largo de los ocho capítulos de esta segunda temporada de Dirty John, se ve cómo Betty decidió sacrificar su carrera y dedicarse solo a la casa y la crianza de sus hijos, mientras Dan dejaba la medicina y apostaba por estudiar Derecho en Harvard.
Durante varios años el matrimonio, que debía ser para toda la vida al ser ambos católicos, se consolidó al igual que la carrera de Dan, quien logró encabezar su propio bufete. Sin embargo, la aparición de Linda Kolkena (Rachel Keller) marcó el inicio del fin.
Ella era la atractiva veinteañera que llegó a trabajar como recepcionista en el edificio en que Dan trabajaba y luego se convirtió en su asistente, ante las sospechas de Betty. Pero Dan siempre negó cualquier relación que fuera más allá de lo netamente profesional.
Pero todo estalló cuando el abogado decidió usar su habilidad profesional y sus contactos para alejar a una confundida Betty de su existencia y de sus propios hijos, alegando que ella presentaba un comportamiento más cercano a la locura.
Así, con esta dueña de casa al borde de la desesperación y su ex marido recomenzando su vida amorosa, se van construyendo los episodios de la serie, donde es clave la actuación de una irreconocible Amanda Peet (Mi vecino, el asesino, Un niño de otro mundo.
Ella es el puntal de una historia con altibajos, y una gran diferencia en el ritmo y tensión de sus ocho emisiones, donde nuevamente la ficción bebe de un caso real. En este ocasión, uno que marcó a la opinión pública estadounidense de los años 80 con su fatal desenlace.
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