El 1 de noviembre de 2013, Bernard Wesphael descubrió a su esposa muerta en el baño de la habitación de hotel que compartían. Poco después, este diputado belga sería el único sospechoso de su asesinato, como lo revela El caso Wesphael: conmoción en Bélgica.
Una serie documental realizada por los periodistas Pascal Vrebos y Georges Huercano, que se estrenó en Bélgica en diciembre de 2020 a través de la cadena RTL TVI y cuyos cinco episodios -de alrededor de 40 minutos cada uno- debutan mundialmente a través de Netflix.
Una historia que tiene como su eje a Wesphael, un reconocido político belga de habla francesa y ecologista de izquierda, quien fue diputado por la circunscripción de Liège desde fines de los 90 y en 2013 estaba experimentando problemas en su matrimonio.
Su esposa era Véronique Pirotton, a quien conoció en mayo de 2012 y con la que solo tres meses después se casó en Italia. Pero su relación siempre estuvo marcada por peleas que la llevaban a los brazos de su anterior novio, un psicólogo llamado Oswald de Cock.
Sin embargo, a finales de octubre de 2013 la pareja había decidido darse otra oportunidad, pasando un par de días en un hotel de la costera Ostende. Mismo lugar donde él, como afirmaron muchos por esos días, habría matado a su esposa en un supuesto ataque de celos.
La reconstrucción del caso
Un caso que la docuserie revive a través de testimonios inéditos, escenas que evocan la vida cotidiana de la pareja, imágenes exclusivas de interrogatorios y cámaras de vigilancia, y un ingrediente esencial: los recuerdos y experiencias entregadas por el propio Wesphael.
“Estoy completamente devastado, tengo un nudo en el estómago. Tras sufrir esta monstruosa campaña mediática, creí que me iban a ejecutar”, se escucha decir al ex diputado en los minutos iniciales del primer capítulo de El caso Wesphael, que expone el inicio del incidente.
Cuando siguió a su esposa a Ostende, quedándose con ella en la habitación 602 del Hotel Mondo, donde, como corroboran entrevistas a otros matrimonios que se hospedaban ese día en habitaciones vecinas, la pareja habría pasado de la pasión a una fuerte discusión.
Una noche que culminaría con Pirotton muerta en el suelo del baño por dos motivos aparentes. Según su marido porque ella se suicidó y según la policía y la fiscalía, porque él la habría asesinado en un arranque de celos por la relación que mantenía con De Cock.
Desde allí comienza un recorrido que lleva al espectador a la contraposición de hechos y causas, por medio del relato en primera persona de Wesphael y las entrevistas a abogados, forenses, toxicólogos y familiares y amigos, tanto del acusado como de la víctima.
Una docuserie completa y compleja a la vez
Una enredada red de informes médicos y policiales, junto a las opiniones de los periodistas que siguieron el caso Wesphael, marcado por acusaciones y contra acusaciones, que tiene su punto más interesante cuando se revelan detalles sobre las personalidades de sus protagonistas.
Con Wesphael como un niño y un joven expuesto a la violencia por parte de su padre, de la que escapó entrando al ejército. El mismo al que durante la fiscalía calificó como un gran mentiroso y la defenesa como un neurótico que sufre de ansiedad.
Al tiempo que a Pirotton la describne como una mujer criada por sus abuelos, que amaba la vida y tenía un gran sentido del humor, pero que no siempre se llevaba bien con otras mujeres y cargaba con una serie de relaciones amorosas desastrosas.
Lo que convierte a El caso Wesphael: conmoción en Bélgica en una de las docuseries más completas y complejas a la vez -que posee además todas las grabaciones periciales, testimoniales y en el tribunal-, que finalmente deja un gran manto de dudas.
Más cuando en el último capítulo se revela el gran trauma de Pirotton que habría gatillado su trágica vinculación con la vida y el amor. Emisión que también muestra al público la absolución del político por parte del tribunal en 2016, aunque para muchos él sigue siendo sospechoso.