El chico que se comió el universo: la singular e imperdible serie australiana de Netflix
La exitosa novela llega a la pantalla con la serie que muestra la historia del pequeño Eli Bell, con una trama que combina drama, crímenes y mucha luminosidad.
Como muchos de sus colegas, en 2018 el periodista australiano Trent Dalton incursionó en la literatura con la novela autobiográfica en que se basa El chico que se comió el universo.
La serie de Netflix que lleva a la pantalla el libro homónimo de Dalton que lo convirtió en un autor multiventas, tanto en su Australia natal como en diferentes rincones del planeta.
Esto gracias a una emotiva crónica sobre su infancia en compañía de una familia más que disfuncional y en medio de la tragedia de las drogas, el narcotráfico y el alcoholismo.
Un drama de proporciones que marca la infancia del protagonista, el pequeño Eli Bell -el alter ego de Dalton- y las páginas del libro, pero pasa de forma algo diferente a la pantalla.
Ya que el espacio recrea las vivencias de Eli (Felix Cameron) de forma más colorida y luminosa, con cuotas de comedia y haciendo entrañables a figuras poco respetables.
Como Lyle (Travis Fimmel), el padrastro del niño que estuvo en la cárcel y ahora trabaja en una fábrica de prótesis, pero volvió a los malos pasos traficando heroína en Brisbane.
Las vivencias del valiente Eli
Lo que Lyle hace para darle una mejor vida a su pareja Frankie (Phoebe Tonkin) y los hijos de esta, Eli y Gus (Lee Tiger Halley), un adolescente que no habla, pero puede ver el futuro.
Como lo afirma Eli, quien a los 13 años es más despierto que los otros niños de su edad y decide acompañar a su padrastro, a quien quiere y admira, en sus entregas ilícitas.
Pero la calma para la familia se quiebra cuando un matón hace desaparecer a Lyle, tras cortarle un dedo al chico, y Frankie va a la cárcel para evitarles más problemas a sus hijos.
Lo que lleva a que Gus y Eli sean enviados con su padre Robert (Simon Baker), un alcohólico que convive con libros y botellas en casa, y tiene pocos momentos de sobriedad.
Un cambio en las vidas de los hermanos que marcará una nueva etapa en la narración, que decantará en un episodio final con un Eli más adulto y bastante suspenso y peligro.
En el final de un recorrido del que también fueron parte un teléfono rojo, un amigo por correspondencia, una incansable periodista y el sabio ex convicto Slim (Bryan Brown).
Sin olvidar las cuotas de magia y fantasía, además de buenas actuaciones -en especial la de Fimmel-, que hacen de El chico que se comió el universo una serie singular e imperdible
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