Eli Cohen es el nombre de un famoso agente secreto israelí que en los 60 desafió a los regímenes árabes para obtener información relevante para su país. Ese es el personaje que inspiró la mini serie El Espía, producción que tiene en sus créditos, como productor y protagonista, al comediante y activista británico, Sacha Baron Cohen, famoso por su personaje Borat.
Bien por el actor, que aquí se pone serio para interpretar a un hombre que lo arriesgó todo con tal de infiltrarse en los círculos de poder y en el gobierno de Siria, historia que seguimos a lo largo de un lustro con los pelos de punta, pero también con la calma de un relato contado con pausa, sin el apremio ni el vértigo de otras producciones del estilo.
Una característica esa última que puede ser positiva o negativa, de acuerdo al tipo de público al que pertenezcas. Porque si lo que buscas es rapidez, aquí no la encontrarás.
Realizados varios en tonos sepias, que le dan un aire sesentero, son seis episodios de menos de una hora cada uno, con buenas actuaciones (sobre todo de Hadar Ratzon Rotem, quien interpreta a la esposa del agente) y una trama bien construida, en general.
Tiene, eso sí, algunos cabos sueltos (por ejemplo, no se explica bien cómo el espía explica a su familia sus largas ausencias) y ambientaciones cliché (como el Buenos Aires “típico” de película gringa, con harto tango).
Interesante trabajo, en resumen, del director Gideon Raff (el mismo de Operación Hermanos) , quien introduce a los nuevos públicos una historia intrigante a la que difícilmente accederían de otra forma.