El Hoyo: la perturbadora película española que impacta en Netflix
El director vasco Galder Gaztelu-Urrutia debuta en los largometrajes con esta fuerte, pero recomendable realización que combina terror, suspenso y ficción.
Inquietante es una de las palabras con que se puede calificar a El Hoyo, la realización española, ganadora de la reciente edición del Festival de Sitges, que también marcó el debut de su director, Galder Gaztelu-Urrutia, en los largometrajes.
Así, el realizador vasco vino a sumarse a la abultada lista de directores españoles que han hecho sus carreras en el cine de terror y de fantasía, como Juan Antonio Bayona y Jaume Collet-Serra, los que, además, han podido continuar sus carreras en Hollywood.
Y fue por su buena recepción en los festivales y entre la crítica, como también por gran parte del público español, que Netflix decidió adquirir los derechos del largometraje para exhibirlo en el resto del planeta.
Una elección que viene a engrosar la oferta de la plataforma con acento hispano, que incluye populares series y filmes, pero apostando esta vez por aquel público dispuesto a experimentar con una perturbadora trama, no exenta de fuertes imágenes.
¿De qué trata El Hoyo?
El relato de El Hoyo se inicia cuando Goreng (Iván Massagué) se despierta en una celda en compañía de un hombre mayor al que no le gusta que la hagan preguntas. El nombre de este último es Trimagasi (Zorion Eguileor) y ya lleva un tiempo en confinación.
Pero este no es un encierro “normal”, ya que la celda que comparten forma parte de un complejo penitenciario en forma de torre con más de 200 pisos, que alberga a dos presos por nivel y donde los prisioneros comparten literalmente una misma mesa de comida.
Esta plataforma sale cada día del piso repleta de las mejores preparaciones y se detiene por algunos segundos en cada celda, por lo que ya en los primeros niveles va quedando sin comida y los reos de los pisos inferiores solo reciben sobras, si es que reciben algo.
Fuerte, pero imperdible mezcla de terror y ficción
Una historia que podría verse como una dura analogía social, donde los integrantes de las clases inferiores van recibiendo lo que dejan los ubicados en la punta de la pirámide social. O tal vez como una reflexión religiosa, donde la fe es el único alimento.
En El Hoyo somos testigos de un macabro juego de supervivencia, enmarcado en una inquietante ambientación y precisa fotografía, donde muchas veces es en medio de una penumbra salpicada de rojo por donde se mueven sus protagonistas.
Algunos de ellos han llegado aquí por sus crímenes y otros por voluntad propia, como en el caso de Goreng, que aceptó pasar unos meses recluido a cambio de convalidar un título, y también el de su segunda compañera de celda: Imoguiri (Antonia San Juan).
Un grupo de seres humanos sometidos a una verdadera pesadilla, donde no solo el hambre es un camarada del día a día, sino que también son habituales el egoísmo y la violencia.
Todo esto da vida a una experiencia fílmica fuerte y a la vez hipnotizante, indicada para personas con criterio formado y que estén dispuestos a dejarse llevar por este desafío fílmico, donde el terror, con algunas dosis de gore, se mezcla con el suspenso y la ficción.
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