El juego del calamar: el nuevo k-drama de Netflix que muestra una batalla por la supervivencia
Nueve capítulos componen la apuesta original surcoreana de la plataforma, que muestra cómo un grupo de endeudados individuos apuestan sus vidas por los millones que ganarían en una peligrosa competencia.
En los últimos años, Netflix se ha convertido en la mejor vitrina para las series surcoreanas, conocidas como k-dramas, tanto con espacios hechos por otras productoras como también con títulos originales para la plataforma, como es el caso de El juego del calamar.
Una apuesta seriada, creada y dirigida por Hwang Dong-Hyuk, que a través de nueve capítulos presenta una singular historia que mezcla drama con violencia para mostrar cómo decenas de personas apuestan la vida por los millones de un arriesgado juego.
El cual se inspira en uno de los pasatiempos de los niños surcoreanos que ha traspasado las décadas y que, como lo muestran las imágenes iniciales en blanco y negro del espacio, se jugaba sobre una figura marcada en la tierra que simulaba un gran calamar.
Pero antes de entrar en el mortal entorno en que se desarrolla la mayor parte de su trama, la serie presenta a su protagonista principal: Seong Gi-Hun (Lee Jung-Jae), un hombre de cuarenta y tantos que aún vive con su madre, aprovechándose bastante de ella.
El cual trabaja de vez en cuando como chofer y apuesta en las carreras de caballos el dinero que le dio la anciana para que le comprara un regalo a su hija por su cumpleaños, además del que logró sacar con una tarjeta de crédito que la mujer ocultaba en la cocina.
Una propuesta para no rechazar
Y cuando la suerte le sonríe, al ganar varios millones, todo vuelve a complicarse para Gi-Hun. Esto porque se topa con el mafioso que le ha prestado varios miles de wones y decide escapar, y en la huida choca con una muchacha que le roba todo el dinero.
Sin un billete en sus bolsillos y presionado por su acreedor, el infortunado protagonista retorna en metro a la casa de su madre, lugar en que conoce a un misterioso hombre que lo invita a ser parte de un juego que le permitiría cancelar todas sus deudas.
Al mismo que duda entrar en las horas iniciales, pero en el que acepta participar luego de que descubre que su hija y su ex mujer, junto a su nuevo marido, se irán a vivir a Estados Unidos el próximo año, obligándolo a conseguir el dinero con que pueda retener a la niña.
Así, luego de subirse a una misteriosa van en medio de la noche y ser drogado, Gi-Hun despierta en una de las cientos de camas ubicadas en un gran gimnasio, sitio que convoca a los 456 participantes de una competencia que lidera un enmascarado.
La que constará de varios juegos y monitorean decenas de hombres vestidos de fucsia y con sus rostros cubiertos, donde él se reencuentra con su amigo de infancia Cho Sang-Woo (Park Hae-Soo), un endeudado economista, y entabla amistad con un anciano.
El retorno al encierro y el peligro
Junto a los que enfrentará el primer juego: Luz Roja, Luz Verde, donde en medio de un parque infantil deben correr hacia un lugar seguro, mientras una muñeca animatrónica no los mira. Cuando vuelve a observarlos, si ella detecta algún movimiento serán castigados.
Pero no solo dejan el juego, sino que literalmente los eliminan con un disparo, lo que hace que cuando termine la competencia varios cadáveres queden sobre el suelo. Un violento inicio que lleva a los participantes a votar el terminar ahí con el evento.
Sin embargo, cuando los personajes vuelven al mundo real se dan cuenta que las deudas y los problemas los agobian, por lo que varios aceptan la oferta de volver al mortífero juego. Entre ellos el anciano, Sang-Woo, Gi-Hun y el inmigrante Ali (Tripathi Anupam).
De vuelta en el encierro, deberán enfrentar nuevos desafíos, como peligrosas versiones de cortar una figura de azúcar o tirar la cuerda, y también al grupo liderado por el abusivo criminal Jang Deok-Soo (Heo Sung-Tae), que ha decidido eliminar a sus rivales.
En el arco principal de la narración de El juego del calamar -al que se suma una subtrama con un policía encubierto-, donde la violencia y la muerte se unen al drama y muy buenas actuaciones, conformando una serie para adultos que solo ratifica el gran nivel alcanzado por los k-dramas.
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