El jurado: la serie belga de Netflix que replantea el género judicial
A través de 10 capítulos, la producción europea muestra el juicio en torno a un mujer acusada de dos asesinatos, como también las vivencias de quienes tienen en sus manos su destino.
Hace un par de meses, El camino de la noche se convirtió en la primera serie hecha en Bélgica para Netflix, haciendo historia por la particularidad y buena factura de su relato. Ahora, el catálogo belga de la plataforma suma la singularidad de El jurado.
Esta es una producción que también bebe del suspenso, pero de aquel que envuelve un caso criminal y la condena a su ejecutor que se busca en los tribunales de justicia. El que aquí involucra la trágica figura de una mujer y los dos asesinatos de la que se le acusa.
Su nombre es Frie Palmers (Maaike Cafmeyer) y al inicio de la serie se la ve en la sala en que se realizará su juicio, Pero ella no es la única protagonista de este comienzo del relato; también lo son las personas seleccionadas para ser parte del jurado.
Una elección que se realiza por sorteo y tras la cual son nombrados 12 ciudadanos, más dos reservas. Y es en ellos que radica la singularidad de El jurado, como bien lo refleja su título, ya que son sus historias las que finalmente se toman la pantalla.
Así, se van conociendo poco a poco las acusaciones contra Palmers -provocar la muerte de su pequeña hija y, hace muchos años, la desaparición de su mejor amiga-, como también los dramas de algunos de los que deben declararla culpable o inocente.
Entre ellos Delphine Spijkers (Maaike Neuville), envuelta en un matrimonio marcado por la violencia sicológica; el correcto Carl Destoop (Zouzou Ben Chikha), quien tiene una tirante relación con su hija, y el aproblemado dueño de una constructora, Joeri Cornille (Tom Vermeir).
Una propuesta compleja y singular
Con esta mezcla de protagonismos, la serie belga va dibujando los detallados 10 capítulos que la componen. No sólo se da tiempo para mostrar las pruebas a favor y en contra de Palmers, con las declaraciones de los diferentes testigos que la defensa y fiscalía proponen.
También los conflictos que algunos de los miembros del jurado confrontan antes y después de pasar por el tribunal, mientras en sus cabezas todavía se mantienen frescas las imágenes y declaraciones en torno a las muertes de la hija y la amiga de juventud de Frie.
A lo que además se suman viajes de su narración al pasado, al comenzar y finalizar cada emisión. Una propuesta que permite al espectador poder sacar antes sus propias conclusiones en torno a los asesinatos y quién o quiénes serían culpables.
Un juego temporal, y de verdades y mentiras, que le confiere aún más singularidad al espacio, pero también contribuye a hacer más complejo el desarrollo de su relato. Algo que con seguridad será del gusto de los amantes de los thrillers y puzzles policiales.
Y aunque en momentos El jurado puede hacerse algo engorrosa para el telespectador común por su exceso de información -tal vez su número de episodios debería haber sido menor-, logra concretar una apuesta diferente para el género judicial y el del suspenso.
Una serie que a los más cinéfilos además recordará a la clásica película Doce hombres en pugna -con Henry Fonda como parte de un jurado-, pero que conquista su propio y singular espacio dentro del creciente catálogo de producciones europeas de Netflix.
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