Aunque por cantidad son los k-dramas los que dominan el catálogo de Asia Oriental de Netflix, de vez en cuando se suman producciones como El primer amor que sacan la cara por Japón.
Un dorama o j-drama, como también se conoce a las series japonesas, que se suma a títulos como El embarazo de Kentaro y la popular Alice in Borderland con una historia sobre emociones y recuerdos.
La cual fue dirigida y escrita por Yuri Kanchiku, ya no tomando como base algún manga, como los dos espacios que la precedieron, sino que inspirándose en los temas de la cantante Hikaru Utada.
Específicamente en First love, así en inglés, y Hatsukoi, que también significa “primer amor”, temas que se separan por veinte años, pero apuntan al mismo sentimiento en distintos momentos.
Lo que en pantalla, gracias al trabajo interpretativo como guionista y realizador de Kanchiku, se convierte en un relato donde el amor adolescente marca por siempre las existencias de sus protagonistas.
El cual se divide en nueve emisiones que tienen como escenario de inicio la ciudad de Sapporo de 2018, donde Yae Noguchi (Hikari Mitsushima) trabaja como chofer en una compañía de taxis.
El reencuentro de Yae con Harumichi
Y mientras ella recorre las calles en su vehículo, su voz afirma que la vida es como un rompecabezas, con los mejores momentos y las más horribles experiencias como sus piezas irremplazables.
Como las que se van intercalando a lo largo de la serie, en el presente y en el pasado, cuando en su adolescencia Yae (Rikako Yagi) soñaba con ser asistente de vuelo mientras asistía a la secundaria.
Lugar en el que conoció a Harumichi Namiki (Taisei Kido), otro estudiante que quería ser piloto de avión, pero en la actualidad -interpretado por Takeru Satoh- trabaja como guardia en un edificio.
El que en el pasado se convirtió en su primer amor y en una pieza clave de su juventud. Pero un grave accidente cuando ella estudiaba inglés en Tokio provocó que desapareciera su memoria reciente.
Lo que la alejó de Harumichi hasta que el destino lo vuelve a poner en su camino, después de que él se hace amigo de su hijo adolescente Tsuzuru (Towa Araki), un chico que solo quiere ser músico.
Y aunque Yae nunca recobró los recuerdos de su juventud, ese primer amor nunca la abandonó realmente; como lo muestra la entrañable trama de esta serie imperdible para los románticos de corazón.