A pesar de que varios criticaron la abundancia de clichés sobre los franceses que incluía su relato, la serie Emily en París se convirtió en una favorita entre el público de Netflix gracias al encanto de su protagonista, encarnada por Lily Collins, y la luminosidad de su relato.

Un espacio creado por Darren Star (Sex and the city) que debutó en el streaming en octubre de 2020 para a lo largo de su primera temporada -de 10 emisiones- mostrar cómo su joven protagonista, Emily Cooper, se veía de un día para otro viviendo y trabajando en la Ciudad Luz.

Esto después que la veinteañera tuviera que abandonar su rutina en Chicago, y también por un tiempo a su novio, cuando su jefa en la empresa de marketing Gilbert Group, Madeline Wheeler (Kate Walsh), descubrió que estaba embarazada y la envió en su lugar a Europa.

Su misión: supervisar y complementar con su experiencia en publicidad en redes sociales el trabajo de Savoir, la agencia francesa de marcas de lujo que adquirió la firma estadounidense. Un trabajo al que llegó con todo su desplante y sabiendo casi nada de francés.

Sin embargo, el recibimiento por parte de sus colegas galos, encabezados por la estilosa y fría Sylvie (Philippine Leroy-Beaulieu) y que incluía a Julien (Samuel Arnold) y Luc (Bruno Gouery), no fue el mejor, llegando a ser bautizada por ellos como “la plouc” o la campesina.

Pero no contaban con que su encanto atraería a importantes clientes, al mismo tiempo que ella hacía amistad con Mindy Chen (Ashley Park) y se sentía demasiado atraída por el chef Gabriel (Lucas Bravo), a pesar de lo bien que le caía su novia Camille (Camille Razat).

Misma fórmula, nuevos protagonismos

Una mezcla de romance, amistad, marcas de lujo y bellas postales de París que retorna en la segunda temporada, cuando ya han pasado unos meses desde su primer día en la capital gala y Emily se comporta como una citadina más, aunque todavía no domine el idioma local.

Cuando comparte departamento con Mindy y enfrenta un problema: al ir a despedirse de Gabriel, suponiendo que él volvía a su natal Normandía, tuvieron un apasionado encuentro que la hace sentir culpable, aunque Camille no sospeche nada hasta el momento.

Pero ahora el chef se quedará para hacerse cargo de su propio restaurante en sociedad con el perfumista Antoine Lambert (Antoine Lambert) y además ha terminado su noviazgo con la simpática galerista. Sin embargo, Emily decide alejarse y lograr que vuelvan a ser pareja.

Uno de los nubarrones en la luminosa existencia de la protagonista, al que luego se suman otras complicaciones, entre las que se incluye el que la cuenta en Savoir del famoso diseñador de modas Pierre Cadault (Jean-Christophe Bouvet) pase a manos de Julien.

Aunque unos rayos de luz se filtran en su existencia cuando uno de sus compañeros en clases de francés, el inglés Alfie (Lucien Laviscount), deja de ser distante y Emily descubre que le atrae tanto en lo físico como en personalidad, olvidando por momentos a Gabriel.

En un reencuentro con Emily en París que le da mayor protagonismo a Mindy y Sylvie, y deja algo de lado la caricaturización de los franceses, sin alejarse mucho de la fórmula que conquistó al público: romance, comedia y algo de drama, sumado al encanto de Lily Collins y las calles parisinas.

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