Fiebre del ladrillo: así se construye un maestro de la estafa
Sexo, drogas y negocios sucios son los ingredientes de Fiebre del ladrillo, película alemana que retrata a un estafador de tomo y lomo y que acaba de estrenarse en Netflix.
En el mundo inombiliario le llaman “fiebre del ladrillo” al afán de construir y contruir solo por ganar dinero.
Y es lo que hizo Viktor Steiner (David Kross), el protogonista de esta vertiginosa película alemana que acaba de estrenar Netflix. O al menos eso es lo que le cuenta a una periodista, quien se interesa en saber cómo este hombre levantó su fortuna.
Aunque claro, el imperio inmobiliario que levantó en Berlín tenía unos cimientos que estaban fuera de toda la legalidad.
Ese en ese relato a la reportera y a través de flashbacks a distintos momentos de su vida que vamos conociendo el historial de mentiras, estafas y manipulaciones de Viktor.
Así nos enteramos de que sus prácticas inescrupulosas partieron de niño, como queda claro en aquella visita en que acompañó a su padre una oficina fiscal que le cobraba impuestos impagos.
Ya desde ese momento se prometía a sí mismo que no pasaría por lo mismo y, que por el contrario, sería un hombre rico. Y así lo hizo, y sin importar las consecuencias.
Años más tarde, cuando se va la casa de sus padres comienzan con sus negocios inmobiliarios, cuando les arrienda un lujoso departamento a unos obreros bulgaros.
Ahí parte la espiral de mentiras, estafas y negocios sucios que vemos a lo largo de Fiebre del ladrillo. Ese fue su camino al éxito, pero también a la ruina.
Sexo, drogas y mentiras
Quizás fue el destino el que puso en el camino de Viktor a otras dos personas que se convirtieron en sus aliados en estos negocios turbios, Gerry (Frederick Lau), un delincuente de baja monta, y Nicole (Emily Goss), una inteligente ejecutiva de la banca.
Juntos van aprovechando cada oportunidad que se les cruza para embacuar a la gente con sus diferentes proyectos inmobilarios.
Con engaños y mentiras, Víctor se va enriqueciendo, al mismo tiempo que se convierte en un estafador de profesional.
El director alemán Cüneyt Kaya muestra esta escalada en escenas que tienen como escenarios lujosas oficinas, pero también glamorosos burdeles y fiestas en las que abundan las drogas, el alcohol y las prostitutas.
Todo con un relato trepidante, que apenas de respiro, al ritmo de una banda sonora ad hoc con el nuevo estatus de Viktor: electrónica, disco y hasta la última pop star, Billie Eilish.
Como una crítica al capitalismo feroz y sin límites, el director retrata a Viktor como un hombre ambicioso y sin escrupulos, capaz de poner en riesgo a su familia con tal de tener más y más dinero.
Cuesta empetizar con él y logra que, a su lado, hasta Gerry y Nicole parezcan unas inocentes ovejas.
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