Desde sus inicios profesionales, a fines de los 90, el realizador húngaro Kornél Mundruczó ha logrado compatibilizar su amor por el cine y el teatro. Una mezcla que vuelve a estar presente en Fragmentos de una mujer, su primer largometraje en idioma inglés.
Una película que se basa en la obra teatral homónima, escrita por su pareja creativa y en la vida real, Kata Wéber, donde una mujer enfrenta la presión de su entorno luego de un traumático evento. El argumento que ahora llega a la pantalla de Netflix convertido en película.
La cual, tras su debut en festivales de cine y un limitado paso por salas de EE.UU. y Reino Unido, arriba a la plataforma de streaming para su estreno mundial, ni más ni menos que bajo la producción ejecutiva de Martin Scorsese y compartiendo la historia de Martha.
Una mujer en la treintena -interpretada por una inmejorable Vanessa Kirby– que vemos en los minutos iniciales en medio del babyshower que le organizaron en su oficina para decirle hasta luego, antes de que se tome su licencia prenatal.
En pocos días ella y su pareja, Sean (Shia LaBeouf), darán la bienvenida a este mundo a su hija en la casa que comparten en un barrio de Boston, asistidos por una partera llamada Barbara. Pero en el momento del parto, esta última se encuentra atendiendo otro nacimiento.
El dolor de la pérdida
Mientras Martha sufre de contracciones cada vez más seguidas y fuertes náuseas, se hace presente en el hogar de la pareja otra matrona, que es conocida de Barbara y se llama Eva (Molly Parker), quien los insta a mantener la calma mientras atiende el alumbramiento.
Pero las cosas no salen como esperaban y tras unos minutos con vida, la niña muere en brazos de su madre. Un trágico acontecimiento que cambiará para siempre las existencias de sus protagonistas, en especial la de Martha, quien se siente juzgada por su entorno.
De esta manera comienzan a pasar lentamente los meses, desde septiembre hasta abril del otro año. Desde los días iniciales de una sombría Martha volviendo antes de tiempo a su oficina, ante la mirada, entre sorpresa y condescendencia, de sus colegas.
Pasando por el duelo de Sean, quien sufre aún más ver el puente en que estaba trabajando y que había prometido terminar de construir a tiempo para que su hija fuera la primera en cruzarlo; en tanto combate el fantasma del alcoholismo que había logrado controlar.
Las cosas empeoran para la pareja cuando ella decide donar el cuerpo de la recién nacida para investigaciones a una universidad. Algo que Sean y la madre y hermana de Martha, Elizabeth (Ellen Burstyn) y Anita (Iliza Schlesinger), no pueden procesar.
Actuaciones que se toman la pantalla
Y es precisamente Elizabeth quien decide, con la ayuda de Sean y su sobrina abogada, encauzar el dolor de la pérdida acusando a la matrona Eva de homicidio culposo; tratando además de que Martha, con quien no tiene una buena relación, reaccione ante la pérdida.
Así, entre la supuesta indiferencia de Martha con su entorno y su supuesta pasividad ante la tragedia, y la reactiva y hasta vengativa actitud de su familia, Mundruczó va dibujando en Fragmentos de una mujer una cinta que nunca cruza la barrera de lo melodramático y mantiene latente su origen teatral.
Última característica que provoca que su narración sea algo lenta y, en momentos, algo monotemática, pero que alcanza instantes de perfección gracias al nivel de su elenco. Entre ellos, la experimentada Ellen Burstyn y un sólido Shia LaBeouf.
Pero quien sin lugar a dudas se lleva los aplausos, ratificando su Copa Volpi a Mejor Actriz en el Festival de Venecia y su seria candidatura a los próximos Oscar, es la británica Vanessa Kirby, quien con sutileza despliega un papel que respira humanidad y complejidad.
Rol que la confirma entre las figuras de la actuación actual, algo que ya había evidenciado en la serie The Crown, y que, sumado a la particular mirada fílmica de Mundruczó (Dios blanco), hace de Fragmentos de una mujer un imperdible del catálogo de Netflix.