Para las nuevas generaciones de espectadores, Neil Gaiman es el creador de los libros en que se basan Coraline o Sandman. Sin embargo, su obra también incluye piezas como Good omens.
La novela a la que el autor de culto dio vida en 1990 junto al desaparecido Terry Pratchett -conocida en español como Buenos presagios-, que logró el aplauso de la crítica y los lectores.
Eso gracias a la comedia e ironía que recorre cada una de las páginas con la historia del ángel Azirafel y el demonio Crowley, cuando tratan de detener la llegada del fin de los tiempos.
En una narración que incluyó a un pequeño Anticristo, a los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, a la descendiente de una bruja ancestral y la particular relación entre sus protagonistas.
Los personajes y vínculos que asimismo fueron parte de la versión como serie de Good omens, desarrollada por el mismo Gaiman, que debutó en 2019 por Prime Video.
Gabriel se presenta sin recuerdos
Y aunque la espera fue larga, finalmente llegó a la plataforma la segunda temporada del espacio, compuesta de seis capítulos reveladores que fueron escritos para el streaming.
Los que mantienen intacto el sentido del humor y particular mirada a la eterna rivalidad entre cielo e infierno, mientras el ángel y el demonio continúan cultivando su amistad.
Sin embargo, la calma de su faceta como habitantes de Londres se rompe cuando Aziraphale (Michael Sheen) recibe una visita inesperada en su librería en Soho: Gabriel (Jon Hamm).
El arcángel ya no tan poderoso después de que sufriera una experiencia que borró su memoria y lo dejó desnudo ante la puerta de Fell, como el librero es conocido por sus vecinos.
Lo que desata el conflicto de la trama y que Aziraphale recurra a Crowley (David Tennant) para enfrentar la amnesia de Gabriel, claramente relacionada con un conflicto divino.
La faceta más sentimental del relato
Además de despertar las alarmas en el inframundo, porque para los habitantes del infierno sería de mucha ayuda apoderarse de uno de los arcángeles que guían el reino celestial.
Al mismo tiempo que el relato reserva gran parte de sus minutos a mostrar cómo se desarrolló el vínculo de la pareja protagónica, desde la creación del universo hasta hoy.
La que ha involucrado su participación en pasajes bíblicos, como las pruebas al devoto Job, y sucesos más terrenales en el Edimburgo del siglo XIX o en el Londres de la Segunda Guerra.
Diferentes vivencias que afianzaron su complicidad, demostrando que Aziraphale no es tan angelical ni Crowley tan demoníaco, y que los lleva a una revelación final sobre sus reales sentimientos.
En una faceta sentimental de esta imperdible temporada, que incluye a otros personajes nuevos y antiguos de la serie, como dos locatarias del barrio de la librería y a Gabriel y Belcebú.