Halston. Un nombre asociado a la moda como también a los excesos que marcaron a la Nueva York de los 70, cuya figura comenzó a resurgir hace dos años con el documental de Frédéric Tcheng y hoy experimenta su gran revival gracias a la miniserie de Netflix.
Un espacio creado por Sharr White, pero que tiene como uno de sus guionistas y productores ejecutivos a Ryan Murphy, el denominado “Rey Midas” de la TV que ya ha legado a la plataforma de streaming títulos como The politician, Hollywood y Ratched.
Y tras su participación en la temporada de American Crime Story enfocada en el crimen de Gianni Versace, Murphy nuevamente se ve involucrado en un proyecto relacionado con una figura de la moda. En este caso, en la historia de luz y oscuridad de Roy Halston Frowick.
El verdadero nombre del artista interpretado a lo largo de los cinco capítulos de la serie por el escocés Ewan McGregor. Quien creció en una granja de Iowa, pero gracias a su talento comenzó a hacerse de un nombre tras diseñar el sombrero pillbox de Jackie Kennedy.
Pero, como lo muestra la miniserie, su labor en el departamento de sombreros de la tienda Bergdorf Goodman comenzó a decaer, por lo que era necesario dar el siguiente y arriesgado paso: enfocarse en el diseño de ropa y abrir su propia tienda en Nueva York.
Gracias a su locuacidad y elegancia, Halston, como todos lo conocían, logra conseguir financiamiento gracias a una adinerada mujer de Texas y abre su atelier junto al ilustrador Joe Eula (David Pittu) y su musa, la modelo y diseñadora Elsa Peretti (Rebecca Dayan).
Ascenso y caída de un ícono de la moda
Nombres a los que se suman los de la actriz y cantante, y gran amiga de Halston, Liza Minnelli (Krista Rodríguez), el empresario David Mahoney (Bill Pullman) y el artista venezolano Victor Hugo (Gian Franco Rodriguez), pareja del modisto por varios años.
Pero el mayor crédito de este espacio es mostrar las vivencias y el talento del creador -quien unió elegancia y simplicidad- en medio del ambiente que en esa época se vivía en Nueva York. Con la discoteca Studio 54 como eje de la diversión de los ricos y famosos.
El sitio de moda donde Halston se codeaba con figuras de la música y el cine, que además formaban parte de su clientela. Y donde no solo se bailaba y conversaba, sino que también se consumía cocaína, la droga de “moda” de la que el diseñador se haría adicto.
Pero no solo la adicción empezaría a nublar su destino. La decisión comercial de años atrás de vender su marca a Norton Simon lo llevaría a no ser el dueño de su propio nombre y su desinhibida vida sexual lo transformaría en víctima del Sida y a morir con solo 57 años.
Las buenas y malas decisiones que convirtieron a Halston en un ícono de la moda, como también de un periodo de desenfreno y glamour, que son ahora llevadas a la pantalla por Murphy y compañía. Aunque la serie esté lejos del brillo y colorido que acostumbra en su trabajo.
Lo que hace de Halston una buena oportunidad para conocer al individuo detrás del personaje, con un Ewan McGregor al filo de la sobreactuación; pero en su favor hay que decir que el diseñador sí tenía ese tono de voz y la impulsividad con que se lo representa.