A fines de 2018 New York Magazine reveló sus notas más leídas del año, liderando la lista el reportaje How Anna Delvey tricked New York’s party people, donde Jessica Pressler trazó la crónica de la falsa heredera que fue la inspiración de la serie Inventando a Anna.
El último título para Netflix de Shondalan, la productora de Shonda Rhimes (Grey’s anatomy), que pasa de la sensualidad de época de Bridgerton a la increíble historia de Anna Delvey, quien se apellida realmente Sorokin y estafó a varios por miles de dólares.
“Toda esta historia es totalmente cierta, excepto por todas las partes que fueron inventadas” se lee al inicio del primero de sus nueve episodios, dejando en claro que, en pos de la atracción que debe generar su trama, incluye situaciones y nombres no tan reales.
Un relato que además cuenta con un elemento diferenciador: es creación de Rhimes, quien tras idear Scandal solo monitoreaba el resto de producciones de su imperio audiovisual. Por lo que las expectativas generadas en torno a Inventando a Anna eran altas.
Sin embargo, el resultado final queda en deuda, esencialmente por la extensión de sus episodios y el indefinido retrato que hace de la timadora. Lo que se balancea con el hecho de que la serie es pródiga en buenas ambientaciones y personajes, reales y no tanto.
Los que complementan y humanizan la impenetrable actitud de Anna “Delvey” Sorokin, encarnada por la actriz Julia Garner. En especial el de Vivian Kent, la versión de Jessica Pressler que ofrece Anna Chlumsky y que guía gran parte de la trama.
Una periodista busca a la verdadera Anna
La misma reportera que en noviembre de 2017 se fija en una noticia del New York Post que, bajo el título de Aspirante a miembro de la alta sociedad arrestada, presenta la historia de una joven heredera alemana a quien acusan de robo.
La que mejor desarrollada le permitiría hacer una nota más interesante que la que le han asignado del #MeToo y dejar muy atrás un tropiezo profesional de hace unos años. Algo a lo que sus jefes no dan el visto bueno, pero ella no quiere soltar.
Así, de manera oculta, visita a Delvey en la cárcel y comienza, gracias a Instagram, a vincularla con figuras de la sociedad neoyorquina, como también con una de las empleadas del hotel en SoHo del cual nunca pagó una abultada cuenta.
Pero también la narración presenta a Todd Spodek (Arian Moayed), el abogado de Delver que mientras lidia con su defensa recibe las peticiones que ella le hace desde la cárcel, como también con su contraparte en la fiscalía y las visitas de Vivian.
Sin embargo, el espectador solo empieza a conocer más detalladamente la vida de lujo y engaños de la “heredera” cuando, avalada por su revista, la periodista accede a diferentes entrevistas, como las que hace a un especialista en moda o una rica socialité.
Desde ese momento la imperfecta, pero entretenida Inventando a Anna divide sus largos capítulos entre su presente y los días en que la joven -que todavía espera su deportación a Alemania- encanta, a pesar de su frialdad, a bancos y encumbrados neoyorquinos.